Hiroshima y Nagasaki, las víctimas del armamentismo

Los días 6 y 9 de agosto de 1945 han sido signados como hitos históricos de la maldad del armamentismo. Nagasaki e Hiroshima fueron las primeras y grandes víctimas de la bomba atómica, el arma mortal por excelencia que, luego de habérsela probado en Alamo Gordo el 17 de julio de ese año, el Presidente Harry Truman de los Estados Unidos decidió que la primera bomba caiga sobre Hiroshima, causando la muerte de miles de personas y dejando tendal de heridos; pero, ante la negativa de rendición por parte del imperio japonés, hubo la orden de lanzar una segunda bomba el 9 de agosto, que destruyó otra ciudad japonesa, Nagasaki, cobrando también miles de vidas y dejando consecuencias fatales por la radiación.

Cuánto daño hizo a la humanidad el poderío nuclear porque, posteriormente al estallido de dos bombas atómicas en las ciudades japonesas, la insanía del armamentismo decidió que continúen las investigaciones hasta llegar a las bombas de hidrógeno con capacidad letal infinitamente superior a las bombas atómicas, y de ahí siguió una carrera nuclear que implicó que países como Estados Unidos y la Unión Soviética siembren el mundo con miles de ojivas nucleares, al margen de colocárselas también en satélites que circundan el planeta.

La vocación por asesinar, destruir al hombre y lo creado por él, nunca ha tenido freno porque quienes poseen poder político ilimitado, que siempre va acompañado de ambiciones y pasiones malsanas para dominar al hombre, se han encargado de perfeccionar armas, cuyo poder letal superó todo cálculo en relación con las armas utilizadas en las dos guerras mundiales, la primera de 1914 a 1918 y la segunda de 1939 a 1945.

¿Cuánta inversión financiera, cuánta inteligencia de sabios e investigadores han significado las bombas nucleares? ¿Cuánto gastaron los países llamados potencias en la fabricación de armas? ¿Cuánto hubiese avanzado el mundo en educación, salud, artes, inventos de toda laya, e investigaciones para una paz cierta y duradera con presupuestos que sobrepasan cualquier presupuesto de los últimos mil años de la humanidad?

Hiroshima y Nagasaki, las primeras grandes víctimas de las políticas bien llamadas “el hombre contra el hombre”, son un clamor, a los setenta años, para que nunca más se repita el estallido de la energía nuclear sobre pueblos indefensos que hasta hoy sigue cobrando víctimas por efectos de la contaminación que han sufrido los sobrevivientes. Pero, quién hace caso a esos clamores y pone fin a políticas que creen que la frase “Si vis pacem, parabellum - Si quieres la paz prepárate para la guerra” es mensaje de paz, cuando es incitativa, presión y hasta dictamen de poderes absolutos para que la paz sea un mito, un paraíso inalcanzable y una utopía para las generaciones que viven pendientes de la insanía que permite matar sin un mínimo de caridad y sin ningún miramiento por los derechos humanos de un mundo que tiene sobre su cabeza una “espada de Damocles” con el poder nuclear que hasta los más pobres ambicionan tener en sus arsenales.