El Gobierno, con la firma de un contrato con una empresa china, para la “construcción, montaje y puesta en marcha de la planta de sales de potasio de Uyuni” ha dado inicio a la industrialización del salar. La obra tendrá un costo de 178 millones de dólares y una implementación en el plazo de 30 meses para lograr una producción de 350 mil toneladas al año.
El Presidente de la República, en el acto de inauguración, dijo: “Las empresas públicas tienen que ser rentables y en especial las que trabajan en la industrialización de los recursos naturales”. Refiriéndose al contrato firmado, expresó: “Ellos son como nuestros peones, instalan la industria y se van. No son socios ni dueños, ni patrones, prestan servicios”. Se anunció que la empresa china Camec, firmante del nuevo contrato, también construye “el tramo del ferrocarril Montero - Bulo Bulo ($us. 83,6 millones); la construcción de la planta de azúcar de San Buenaventura ($us. 168 millones); y la construcción del Proyecto Múltiple Misicuni ($us. 54 millones) que, con el nuevo contrato, suma 483,6 millones de dólares”.
La inauguración sirvió para que el Presidente anuncie que hasta el año 2018 se invertirá casi 1.000 millones de dólares en la industria del litio. Se informó que “con lo firmado se comienza la segunda fase del proyecto que se inició en febrero de 2014 con la puesta en marcha de la planta piloto de baterías de ion-litio que tuvo una inversión de 3,7 millones de dólares”.
Los proyectos anunciados muestran posibilidades de que el salar de Uyuni finalmente sea explotado y lo que querría la colectividad nacional es que se cumplan los plazos señalados y no sufran retrasos perjudiciales, sea porque alegan diversas causas los contratistas o se presentan dificultades no previstas. Por otra parte, será urgente que se anticipe estudios sobre los costos de la producción y, sobre todo, se asegure mercados foráneos porque hay varios países que ya producen baterías a base de litio o explotan sales de potasio contando con mercados seguros.
Muchas veces, los gobiernos han inaugurado industrias que no han dado los resultados esperados; uno de esos casos es Papelbol que debía fabricar papel, cartones y otros y que dedica sus instalaciones tan sólo para el ensamblaje de cuadernos y útiles de escritorio utilizando papel importado.
Es preciso que el Gobierno se asegure muy bien para el cumplimiento de los contratos, especialmente con los casos de las obras que tiene a su cargo la empresa china. No conviene olvidar el caso de las barcazas chinas que hoy sufren muchas contingencias para conseguir que lleguen al país después de haber pasado por muchísimas dificultades. Será preciso, finalmente, y por las experiencias habidas, que no se adelante montos importantes de dinero o, si se lo hace, que sea sólo en mínimos porcentajes hasta cancelar el total cuando las obras hayan sido entregadas. Es muy importante que se tome en cuenta las experiencias para evitar yerros que perjudiquen gravemente al país y, además, sientan precedentes funestos que, nada raro sería, puedan ser repetidos por contratistas foráneos que vulneren la confianza del país.
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