Diversos elementos en Bolivia, por su “función” devienen en anarquía, entre otros: 1) la “devaluación” (incumplimiento) de la CPE como advenedizo a los intereses bolivianos; 2) grupos familiares oligárquicos corruptos que han penetrado al Poder (caso Fondioc y otros), y 3) una denominada Coordinadora Nacional para el Cambio (Conalcam-CNC) que se arroga la “titularidad” del pueblo. Lo insólito -como transversal- se da una especie de “degeneración” del paradigma e ideología marxista.
La CNC -dice que- agrupa a “movimientos sociales”, que nacen en Alemania en 1970 con grupos de acción cívica, e “informales” dedicados a actividades político-sociales. Se originan con las crisis de las organizaciones de izquierda socialdemócratas disidentes del marxismo, que rechazaban la orientación revolucionaria de la lucha de clases para sustituirla por una “revolución democrática”. En 1980, éstos repercuten en Latinoamérica como recurso “político” importante, adoptado –ahora- en Bolivia para apuntalar al gobierno del MAS.
Con Alain Touraine, hipotéticamente, la CNC es, al mismo tiempo, un conflicto social y un “grupo” que aspira a reforzar “sus” valores (indiano centristas) culturales frente a un adversario social (occidental), por ello rara vez son parte de un partido político. No tiene personalidad, su mentalidad es que siempre tienen la mirada en el suelo, buscando migajas, alguna ventaja, alguna satisfacción y, sobre todo, alguna aceptación ante la sociedad. Sus expectativas están articuladas al mundo occidental y a una movilización social urbana, de ahí que escarban en el “estiércol” de su propia desilusión, la amargura, la compasión por sí mismo y así lograr vigencia (política). Su nulidad (ideológica) les permite perseguir (obedecer) directrices de –oportunistas- líderes pequeño burgueses –reaccionarios- que oportunamente, en maridaje, siempre han estado con el gobierno de turno.
En cuanto a la “representación” (de pueblo), parafraseando a Renzo Abruzzese se diría que lo hacen de forma arbitraria –pero- con la aquiescencia del Estado que decide, en última instancia, a quién representa y a quién o quiénes deben excluir. Por ello, en un sistema democrático (real) la representación de la CNC sería una farsa melodramática. En el concepto hegeliano de “reconocimiento”, ampliamente utilizado por Fukuyama. Éste último sostiene que con bastante frecuencia la “sociedad” reconoce una organización, pero no admite insofacto que los representa. Por ello, cuando la CNC se arroga la representación del pueblo (pluri), es solo una argucia que distrae el fantasma de la discriminación y la segregación racial.
La CNC como “representación” es dudosa, más bien se presenta como socios del gobierno, por ello –al parecer- no fiscalizan actos de corrupción. Entonces, no es ni ideológica ni orgánicamente confiable. Más bien presenta rasgos facticos que indican que ésta al servicio del gobierno del MAS. Por ello, creen que con la “repetición” de su “discurso” radical (de memoria) podrán confundir –a los bolivianos- con tradiciones indiano/culturales y la propuesta de un progreso “mágico”. Se remiten a “obedecer” directrices de caudillos (neo y para indígenas), aunque “improvisadas”: la CPE sigue yuxtapuesta a intereses bolivianos, el DS 21.060 goza de mejor salud, la “descolonización” sigue ausente, el incremento de informales muestra la falta de trabajo, la bonanza incita la formación nuevos grupos oligárquicos familiares. Finalmente la CNC exime el ama sua, ama llulla y ama quella.
El autor es Director del Centro de Investigación, Servicios Educativos y de Comunicación (CISEC).
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