Punto aparte
Los chilenos han conocido por primera vez que Bolivia tenía mar y que su país le usurpó 120.000 kilómetros, al apoderarse del departamento del Litoral, que contaba con una costa de 400 Km de extensión, al escuchar a Carlos Mesa, por la TV estatal de su país, la sustentación de la demanda marítima boliviana.
Desde niños, cuando están iniciando sus estudios escolares, se les enseña sobre la extensión y las características de su territorio patrio, pero jamás se les menciona que este hubiera crecido por haber usurpado, por medio de las armas, 190.000 kilómetros de territorios de Bolivia y Perú.
La gran masa de los chilenos conoció, por primera vez, con asombro y muchos con indignación la soberbia exposición que les hizo Mesa sobre la guerra de conquista que desató su país en 1879 para apoderarse del departamento del Litoral, que pertenecía a la jurisdicción territorial de Bolivia.
Hay que reconocer la hidalguía o quizás la ingenuidad de los ejecutivos de la Televisión Nacional de Chile al haber invitado al embajador de la causa marítima que tiene Bolivia, como es Carlos Mesa. Sin embargo, por lo observado en la entrevista se pudo advertir que se supuso que, con direccionar las preguntas, iban a frustrar la presentación del representante boliviano.
Empero, ocurrió todo lo contrario, Mesa, como brillante intelectual e historiador que es, brilló con todas sus luces en las respuestas que dio a las preguntas sesgadas que se le hacían. Más todavía, a los chilenos les dio una lección de vida sobre una realidad que ominosamente se les ocultó en su historia nacional.
Tan excepcional fue la calidad con que Mesa lució en la entrevista, que a la conclusión de la misma a algunas personalidades chilenas que estuvieron presentes, no les quedó otra cosa que felicitarlo, así se cumplió aquello de que “nobleza obliga”.
Los chilenos están aún conmovidos por lo acontecido, al punto que no faltan severas críticas contra la presidenta Michelle Bachelet y sus colaboradores inmediatos en política internacional, pues consideran que han sufrido en las dos últimas semanas severos golpes a su orgullo nacional.
El primero ha sido el fallo de la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya, Holanda, que virtualmente por unanimidad infligió una derrota a la diplomacia chilena, al resolver aceptar el conocimiento y consideración de la demanda boliviana, para que disponga que Chile sostenga un diálogo con Bolivia para tratar su demanda marítima. La diplomacia chilena rechazó tal posibilidad con argumentos que le resultaron un fiasco.
La segunda, con la eximia exposición que hizo Mesa sobre las justificadas razones que le asisten para plantear la realización de dicho diálogo, encaminado a concertar un acuerdo pacífico con Chile para recuperar una salida propia al océano Pacífico, como una modesta reivindicación del grave daño que le infirió Chile al usurpar la amplia costa marítima que tenía en su departamento del Litoral.
Aparte, Bolivia les está dando dos lecciones más de espíritu amistoso con Chile. El presidente Evo Morales ha propuesto que se acuerde ahora mismo, al margen de la decisión que pueda adoptar el Tribunal de La Haya, un diálogo directo, para que no haya ganadores y perdedores en este diferendo que distancia a ambos países, pese a la estrecha vecindad territorial y social que tienen. Y la otra, que Mesa pida que el fallo favorable a Bolivia que emitió dicho Tribunal no se lo tome con espíritu triunfalista y que, más bien, impere la serenidad y se respalde la propuesta presidencial, que es sostener ahora mismo un diálogo amistoso con Chile, para resolver la causa marítima del país.
De otra parte, en Chile no faltaron voces en sentido de que Bolivia, así como lo hizo con el embajador Mesa, invite también a su canciller u otra personalidad experta en la materia para que tenga oportunidad de exponer también la posición que tiene acerca de ella.
La respuesta ha sido pronta y, en efecto, el Gobierno nacional invitó al canciller chileno para que venga a La Paz y utilizando el canal de televisión oficial exponga también los argumentos que tiene su país sobre la demanda marítima de Bolivia.
Aceptada poco después tal invitación por el canciller Heraldo Muñoz, los bolivianos, aunque de sobra conocen la pérdida que sufrieron de su salida al mar, se interiorizarán también de la posición oficial chilena acerca del tema.
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