[Boris Santos Gómez]

Irán, ¿a dónde irán?


La aproximación que tenemos muchos latinoamericanos de Irán es la que vimos en Argo (2012), película estadounidense dirigida por Ben Affleck, ganadora del Óscar a la dramatización del histórico rescate de 6 diplomáticos de Estados Unidos tomados como rehenes luego de que el 4 de noviembre de 1979, estudiantes iraníes asaltaron la embajada de Estados Unidos en Teherán, en “represalia” porque el presidente Jimmy Carter dio asilo al Shah de Persia (presidente), Mohammad Reza Pahlavi, durante la revolución iraní.

También conocemos el último “acuerdo” nuclear suscrito en Viena entre Irán, por un lado, y EEUU, Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania, por el otro, como paso para normalizar relaciones y bajar el “perfil” altamente militarista de la república islámica.

En la perspectiva económica-energética Irán es una potencia petrolera indiscutible con ánimos de imponerse geopolíticamente sobre Arabia Saudita, Kuwait y su antiguo rival Irak.

Israel siempre será un garante de la paz y jugador destacado en la región, protegiendo de los avances del fundamentalismo y evitando que algún loco presione las teclas nucleares, ya lo hizo en 1981 bombardeando un reactor nuclear de Iraq. Hasta Arabia Saudita tiene hoy más coincidencias con Israel que con Irán, o con sus vecinos del sur Yemen, envueltos en una guerra civil que podría “infectar” a la región muy rica en petróleo.

Irán -con los líos que podrían enervarse con el terrorismo del “estado islámico”, la inestabilidad de Siria y la competencia abierta que tienen con Arabia Saudita e Israel- empezará a mirar a Europa: ¿más petróleo iraní a Europa?, ¿más negocios?

El acuerdo busca, de momento por lo menos, poner fin a la tensión entre Irán y las grandes potencias. Ese acuerdo se convirtió en una llave para el petróleo iraní: porque incluye un levantamiento de sanciones económicas impuestas en 2006 por la ONU a Irán, que incluyen las exportaciones de petróleo.

Con las sanciones había pocas inversiones extranjeras, de manera que la producción petrolera de Irán estaba -por así decirlo- en un punto flojo. El levantamiento eventual de sanciones hará que fluyan Eurodólares para nuevo desarrollo de negocios petroleros en Irán, que es el cuarto país en reservas mundiales de petróleo, con una anterior producción de casi 3 millones de barriles diarios (mbd); hoy produce un poco más de 2.5 millones y consecuentemente exporta menos, con menos ingresos para sus arcas. Irán es propietario de 9% de las reservas probadas mundiales de petróleo y 18% de las reservas probadas de gas natural.

Las multinacionales petroleras de seguro ven en Irán una oportunidad de desarrollar la industria; modernizarla y hacer fluir los dólares. Habría que ver si las condiciones de respeto a derechos humanos y complementación de un programa de democracia plena también se puede ejecutar en Irán.

Aunque es importante resaltar que varios legisladores, académicos y expertos han expresado temor por tal acuerdo -que permitiría nuevo flujo de dinero-, que volvería a colocar en posición de potencia a Irán, desequilibrando a la región.

Naturalmente las corporaciones multinacionales van a exigirle a Irán reglas de juego de país capitalista, se olvidarán de sus tradiciones y fundamentalismo y seguramente negociarán de igual a igual en negocios energéticos. Irán, que es parte de OPEP, obviamente vive de la venta de petróleo, principalmente, por ello es que en su presupuesto estatal 2016-17 (según reseña Reuters), Irán proyectó que los precios promedio del petróleo se ubicarán entre US$42 y US$50 por barril.

Varios analistas independientes indican que tras el levantamiento de sanciones, Irán podría recibir como inversión alrededor de US$100.000 millones en próximos tres años, que directamente beneficiarán a sus 80 millones de habitantes con ingresos medios, que construyen un PIB de US$400.000 millones, siendo así la mayor economía que se reincorpora al sistema comercial y financiero global en las últimas décadas.

Gigantes energéticos como Shell, Total y BP están explorando ingresar al fértil terreno de negocios en hidrocarburos en Irán.

Un dato adicional, como parte del acuerdo comercial entre Irán y potencias nucleares, quedarán “liberados” numerosos activos iraníes -en su mayoría producto de venta de petróleo- que hoy están congelados en cuentas bancarias de todo el mundo: se estima que esos fondos suman entre USD100.000 millones y 150.000 millones.

“Por ahora sólo estamos repatriando USD29.000 millones”, dijo Akbar Komijani, vicepresidente del Banco Central de Irán, quien aclaró que estos activos se los invertirá en los sectores petroquímico, químico, gasífero, minero, vial y de la construcción, con el fin de crear empleos. Las “sanciones” impuestas sirvieron, pensando positivamente, para que Irán tenga ahorros “forzados”, sobre los que hoy empieza a planificar y destinar.

En todo caso quedarán pendientes temas relacionados con mayor participación de la oposición, mayor implementación de democracia y, definitivamente, un aggiornamento en Derechos Humanos. No pueden ser potencia financiera, ni país moderno si continúan tratando mal a sus ciudadanos.

Irán, Irán, Irán, ¿a dónde irán con tanto dinero y tanto petróleo?

El autor es consultor del sector privado, sigue sus análisis en Twitter: @bguzqueda

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