El papa Francisco inauguró ayer el Sínodo de las Familias, una reunión de obispos de todo el mundo que discutirá posturas del clero en esa área, con una afirmación enérgica de que el matrimonio es un vínculo indisoluble entre un hombre y una mujer. Sin embargo, el Papa acotó que la Iglesia debe “acercarse y cuidar de las parejas heridas, con el bálsamo de la aceptación y la misericordia”.
Francisco planteó, de ese modo, su posición sobre el problema más urgente que afronta la reunión de 270 obispos: qué hacer con las familias católicas que sufren de la separación, el divorcio y otros problemas cuando la enseñanza de la Iglesia es que el matrimonio es para siempre. Lo hizo durante una misa solemne en la Basílica de San Pedro.
Allí, el Papa insistió en que la Iglesia no se puede “llevar por modas pasajeras o la opinión popular”, pero en un reconocimiento de que los matrimonios fracasan, dijo que la Iglesia también es una madre, que no señala ni juzga a sus hijos.