Hace alguno años (2010) el gobierno del MAS pretendió sancionar una ley que subiera los precios de los hidrocarburos, que fue rechazada contundentemente por los bolivianos, ante lo cual presuroso Álvaro García Linera explicó el desatino: “el pueblo estuvo de acuerdo con el gasolinazo, solo que -dijeron- no era el tiempo todavía”. Esta forma de interpretar los hechos, se la viene “soportando” por varios años. Dislates que van y vienen, como: muera el capitalismo, tan despistado, como decir “muera el cambio por su naturaleza capitalista”. Como fuere, el “pensador-interpretador” por ética, cuando no por coherencia ideológica, debería por lo menos ser más pedagógico.
El referéndum por los estatutos autonómicos se desarrolló en un contexto casi de acoso político para obtener el SÍ -que los estatutos no fueron consensuados es irrelevante-. Este fiasco, similar a la elección para magistrados, mereció otra ingenua declaración: con polleras y ponchos, “la justicia es una lágrima”. Lo evidente: ganó el NO. Por ello, Álvaro García Linera -similar a la declaración de 2010- en su estilo Spin (léase, “girar”) en un descomunal desvarío (léase, inconstancia y capricho) asegura: “el NO a los estatutos significa el pedido de un gobierno fuerte y centralista”.
El hecho es que este “NO” urbano y rural muestra, con claridad, un soberano que está dándose cuenta de que algo no calza. Estos desvaríos, ahora, después de una “década dorada” ya no repercuten, por ello la necesidad de más rigor en las declaraciones.
Estos desvaríos al interpretar el NO en las consultas ciudadanas sobre los estatutos autonómicos de 20/09 en cinco departamentos, tres municipios y dos autonomías indígenas no es una “pigricia”. Por ello, los aparentes desvaríos, con la intención -probable- de “confundir” a la ciudadanía. Esta forma de leer el contundente NO a los estatutos requiere, por consecuencia a “su” proceso, más seriedad. Es un NO al (híbrido y abigarrado) Movimiento Al Socialismo que hizo campaña por el SÍ. Es un NO a los (muchos) desaciertos gubernamentales que fuerzan a un imaginario de satisfacción, nos “venden” un desarrollismo -campante- por desarrollo.
Es más, este NO, es un NO a un Tribunal Supremo Electoral que no ha cambiado, que al igual que el anterior sigue con sus defectos erráticos y confusos. Con una presidenta que María Galindo (destacada activista feminista) denomina: “un florero” frente a un Exeni o Costas que de facto se alternan la presidencia del ente que “pavonea” (orgulloso) su complemento con el Poder Ejecutivo. Es un NO a la voluntad arbitraria de “ese” pequeño grupo palaciego (de pequeños burgueses) liderado por el Vicepresidente. ¿Para qué una autonomía, si ante los resultados, la voluntad del jefe se impone?
¿Acaso no es arbitraria la imposición de la Línea Blanca del teleférico que cuesta 80 MM $, sobre un gobierno municipal que no tiene tuición sobre la ciudad que gobierna? Es un NO a una consulta errática, ajena al soberano; a la manipulación y la mentira engañosa del vivir bien; a las argucias de que cuando el Gobierno dice una cosa, hay que sospechar que su intención es contraria, que muestra con claridad que el maltrato a Potosí ha calado en las regiones; a la cantaleta de eximir al capitalismo y al mismo tiempo reforzarlo. Es un NO a ese “país” mediático -entelético- de maravilla”, a la ostentación de “derechos” (gubernamentales) eximiendo deberes. Y sobre todo, es un NO espontáneo que rechaza el DS 21.060 (vigente) neoliberal “sustento” del “evismo” encubierto en el MAS.
El autor es Director del Centro de Investigación, Servicios Educativos y de Comunicación (CISEC).
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