Capitalismo en Bolivia: dinero se convierte en capital

Sostener en conceptos abstractos que el sistema capitalista en Bolivia está en pleno desarrollo, nada afirma. Alguien dijo que sólo existe lo individual, lo concreto. Para considerar que esa afirmación inicial es concreta y verídica es necesario estudiar datos reales, única forma de demostrar que lo que se asevera es cierto.

La existencia del sistema capitalista está en aplicación y desarrollo a nivel nacional y al margen de visiones planetarias, se puede probar con numerosos datos concretos. Mas, de ellos, uno en particular y el más importante, es el referido a la conversión del dinero en capital, fenómeno económico que se presenta en las actividades económicas de toda la sociedad boliviana y que, al mismo tiempo, permite afirmar que Bolivia puede caracterizarse como un país que ha ingresado con pie firme en la órbita de la globalización capitalista.

La práctica y desarrollo de ese sistema en Bolivia es inevitable e inexorable, por más que se lo critique y se diga que hay que destruirlo y que en vez de él se va a aplicar o se está aplicando otro sistema, como creen los ideólogos populistas.

Una prueba objetiva de que el sistema capitalista está en activa existencia es el fenómeno económico que consiste en que el dinero en manos del público se convierte en forma activa en capital. En efecto, a partir de cierto nivel de desarrollo, el dinero contribuye en medida extraordinaria al proceso de transformación de la economía mercantil en economía capitalista. En particular, en Bolivia, a raíz de los cambios producidos a mediados del siglo pasado, la circulación monetaria espontánea creó condiciones para el cambio de la fuerza de trabajo en mercancía y la aparición del trabajo asalariado.

Según se constata, en todo el país existe un intenso desarrollo de las relaciones monetario-mercantiles, fenómeno que está destruyendo lo que quedaba de la economía natural en que vivía Bolivia hasta mediados del Siglo XX. Ese desarrollo intensifica la diferenciación de los productores privados de mercancías y determina que el dinero (que en sí mismo no es capital) se concentre en pocas manos y se convierta en medio de explotación.

Efectivamente, cuando se cumplen esas condiciones, el dinero facilita la aparición y desarrollo del sistema del trabajo pagado en salario y se convierte, entonces, en capital. Es más, cuando el dinero es utilizado con fines de lucro, al convertirse en capital polariza las clases sociales. Unos se enriquecen y otros se empobrecen y el mundo mercantil se divide en dos polos.

Esa es una realidad de tipo capitalista que se da en Bolivia. Se produce de manera inevitable por estar condicionada, pese a grandes dificultades, por la existencia de la producción mercantil. La creciente afluencia de dinero en las actividades económicas en general, intensifica el cambio de mercancías a través del dinero.

Ese capitalismo nació y seguirá naciendo constantemente de la pequeña producción, crea nuevos pequeños productores en masa, al mismo tiempo que se sostiene sobre las ruinas de la economía natural gracias al hambre, la prolongación de la jornada de trabajo, en una palabra el capitalismo salvaje que hoy caracteriza nuestra economía y que está muy lejos de constituirse en la base donde pueda establecerse el socialismo con que sueñan algunos intelectualillos.

No se trata de decir simplemente que hay que “acabar con el capitalismo”, sino ver la realidad nacional en la que se van acentuando de forma continua e inexorable las contradicciones de la economía. Ese proceso que actualmente se da en Bolivia, se produce de manera inevitable por la existencia de la producción mercantil, aspecto que ya había sido señalado y que nada ni nadie podrá detener, desviar o llevar a otro objetivo.