En el idioma castellano se denomina “pícaro” a toda persona que obtiene beneficios o provecho personal con base en sagacidad y mucha astucia. En nuestro país calificamos de “pícaro” al que obtiene toda clase de ventajas valiéndose también de “buen olfato” (político) para alcanzar situaciones de privilegio en los poderes del Estado, dejando a un lado la honestidad, honradez, ideología y otros valores nobles. Graciosamente, cuando algún ciudadano se “destaca” por esas despreciables características, se lo califica de “peine”; y cuando es honesto se le dice “ingenuo” o “tonto”.
Valga el preámbulo para explicar una experiencia personal obtenida a lo largo de medio siglo trabajando en varios medios de comunicación locales.
LOS HONESTOS
Son honestas las personas que no roban, no estafan ni se benefician ilegalmente con dineros del Estado y tampoco sacan ventajas en el ambiente político. Hemos conocido a muchos personajes con esas características adornadas ellas, además, con mucha capacidad intelectual, especialmente en el campo científico, literario, artístico y periodístico.
Pero curiosamente, muchos de esos intelectuales honestos, pocas veces han sido convocados por los gobernantes de turno, por ejemplo, para cumplir funciones públicas en beneficio del país o también para representarlo en otras latitudes (embajadas). Y lo que es más curioso, tampoco los medios de comunicación masiva han sabido exaltar las virtudes de esas honorables (de verdad) personas. Y así, en el transcurso de los años, muchos de ellos dejaron de existir en este mundo en un total anonimato.
LOS PÍCAROS
Todo lo contrario ha ocurrido con la picardía y con los pícaros. Después de una observación minuciosa en todos los ambientes profesionales, hemos visto a muchos de éstos, obtener ventajas de toda clase, apartándose de la honestidad, la honradez y la ideología (especialmente).
No vale la pena mencionar el servilismo, el transfugio político el “paracaidismo” y otros defectos psicológicos para ubicar a esos ciudadanos “aureolados” por la picardía. Con esos métodos, muchos de ellos han obtenido altos cargos en la administración pública, los poderes del Estado y también alcanzaron dudosas distinciones “honoríficas”.
NUEVAS GENERACIONES
Está comprobado que las nuevas generaciones se desarrollan y actúan como vieron desarrollarse y actuar a sus progenitores. De manera que aunque impongan infinidad de sistemas educativos, todo lo que actualmente criticamos, vemos (sufrimos) o aplaudimos, se repetirá en futuras generaciones.
ALCIDES ARGUEDAS
Según nuestro criterio, los denominados pomposamente “modernos sistemas educativos”, “nuevos métodos educativos”, “educación para el pueblo”, etc., sólo son “slogans” sin consistencia real. Y los que no crean en estas aseveraciones, revisen la historia de todos los pueblos del mundo y se encontrarán con sorpresas.
En nuestro país está sucediendo exactamente lo mismo y lo mismo que, por ejemplo, ya lo analizó hace más de cien años el historiador Alcides Arguedas.
La verdadera educación (y no hay otra) es impartida en los hogares. Las escuelas, colegios y universidades no educan, no… ¡sólo instruyen!
¿No es cierto que el tema presente es motivo para un permanente debate?
El autor es dibujante y periodista.
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