José Carlos García Fajardo
No se tienen dos corazones, uno para los animales y otro para los humanos. Se tiene un corazón o no se tiene.- Lamartine
Cada año matamos 60 mil millones de animales terrestres y 1 billón de animales marinos para nuestro consumo. Una masacre sin parangón en la historia de la humanidad que plantea un desafío ético de primera magnitud. Este consumo desbocado agrava el problema del hambre en el mundo, provoca desequilibrios ecológicos y es nocivo para nuestra salud.
Además, instrumentalizamos los animales por razones puramente venales (tráfico de fauna salvaje), para la investigación científica o por mera diversión (corridas de toros, circos, zoológicos, etcétera).
Algunas sociedades consideran que los animales sólo están ahí para servir a los humanos, mientras que otras tradiciones consideran que todo ser viviente debe ser respetado.
Nadie duda de que existan tantos sufrimientos entre los seres humanos que podríamos pasarnos la vida tratando de aliviarlos, sin considerar que la explosión demográfica es el arma de destrucción masiva más letal porque, desde 1914 a 2014, la población del planeta pasó de un millón trescientos mil a siete mil trescientos millones. No se atreven a reconocer que hay millones de niños que nunca debieron haber sido engendrados si sus padres recibieran la educación necesaria y los medios para una paterno/maternidad responsables.
Pero vivimos en un mundo interdependiente, donde la suerte de cada ser vivo está ligada a la de los demás. No se trata pues de ocuparnos más de los que de los animales sino de ocuparnos también de los animales.
En la lenta evolución hasta el Homo sapiens, no existe ningún momento “mágico” que nos permita atribuirnos una naturaleza fundamentalmente distinta de las especies de homínidos que nos han precedido.
Este clarificador ensayo, En defensa de los animales, de Matthieu Ricard (Kairós, 2015), pone al alcance de todos los conocimientos actuales sobre los animales y nuestra manera de tratarlos. Una invitación para que cambiemos nuestra mentalidad y nuestros comportamientos y una invitación a expandir la benevolencia al conjunto de los seres vivos. Pues no existe justificación moral alguna al hecho de imponer el sufrimiento y la muerte a nadie.
Matthieu Ricard es filósofo, investigador en biología molecular, ha escrito numerosos libros y es monje budista, traductor e intérprete del Dalai Lama) y lleva a cabo varios proyectos humanitarios.
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