Brasil en el filo de la navaja

La aguda crisis política que agita a la vecina República de Brasil, como efecto de una ola de corrupción de grandes alcances, no deja de ser motivo de preocupación en esferas internacionales y no menos en la nacional, esperándose un desenlace que, a corto plazo, ponga fin a un estado de cosas que afecta al continente latinoamericano.

Esa crisis que enfrenta la presidenta brasileña Dilma Rousseff llegó a grado candente y sería inminente que esa máxima autoridad sea sometida a juicio y de ser hallada culpable, originaría su destitución y asumiría el poder el presidente de la Cámara de diputados, Eduardo Cunha.

La presidenta Rousseff enfrenta una crisis de proporciones desde principios de año, como efecto de denuncias de casos de corrupción en la empresa estatal Petrobras, crisis que derivó en semanas recientes cuando el Tribunal de Cuentas de Brasil recomendó al Parlamento que rechace los balances del Gobierno, referentes a una serie de irregularidades, entre ellas haber omitido del balance deudas por más de 27.300 millones de dólares, destinados a políticas expansivas insostenibles, en vez de frenar el gasto público.

Pero, además, el Tribunal Superior Electoral ordenó otra investigación por supuesto “abuso de poder económico y político” de parte de Rousseff , durante la campaña electoral difícilmente ganada por ella. También la Presidenta fue denunciada de uso indebido de la cadena nacional de radio y televisión, así como del aparato estatal para propaganda. Agravando esa denuncia, se denunció manipulación de los datos económicos y gastos superiores al límite que informó a la justicia electoral.

La acusación más reciente fue la del juez instructor que dijo que se omitió deudas por 106.000 millones de reales, dictamen que fue remitido al Congreso que, si sigue la recomendación del Tribunal, podría imputar a Rousseff y miembros de su gabinete por delito de incumplimiento de la ley de responsabilidad fiscal, acción congresal que podría provocar un juicio político con perspectiva a la destitución de la Presidenta.

En todo caso, será la justicia la que decida si su hubo irregularidades en las campañas de Rousseff, abuso de poder y otras irregularidades, desgobierno fiscal, etc., las mismas que originaron que al Partido de los Trabajadores se encuentre al borde del desmoronamiento, con grandes repercusiones en Sur y Centro América, en particular Venezuela y Argentina y no menos en Bolivia.

Dos factores más amenazan desestabilizar al gobierno de Dilma Rousseff: la caída de su popularidad al 10 por ciento y la ola de protestas callejeras de grandes masas de la población, situación que la mandataria trató de atenuar afirmando que ya se veía “la luz al final del túnel”, aunque más bien, se dijo, sería la luz de una locomotora que se aproximaba a gran velocidad.