Ahora que ya salió a calzón quitado, sin reparos, que S.E. estaba desesperado por mantenerse en el mando, la ciudadanía más o menos avisada se ha dado cuenta de cómo se puede engañar a todo un pueblo con promesas que no se piensan cumplir. Jamás se le pasó por la mente a S.E. ni a su entorno inmediato dejar ese ánimo re-eleccionario que para los masistas es un pasaporte para pasearse por el poder diez, quince o veinte años más. Eso es, al parecer, lo que piensa el MAS, creyendo que su caballo ganador puede recorrer todas las distancias sin que reviente de golpe.
A S.E. hay que enfrentarlo con el voto y ganarle. No queda otra solución. Ya habíamos escrito desde estas mismas páginas que nada se podía hacer, fuera de protestar por el atropello, ante los dos tercios del MAS en la Asamblea Legislativa, ni ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE), ni ante el Tribunal Constitucional (TC), todos sumisos al Palacio. Esa es la primera línea de combate, donde quienes se oponen a la candidatura masista no tienen la menor chance de evitar que este Gobierno pretenda fosilizarse de viejo.
Pero en la segunda trinchera, en el referéndum que viene en febrero, las cosas pueden ser distintas. Pese a que el MAS ya tiene preparado su terreno para la re-re-reelección, hay mucha gente que, sin mucho aparato, está hasta las cejas con la situación actual e indignada por las permanentes trampas de que es objeto. Ahí, en la consulta, es donde S.E. sudará tinta china, así recurran los masistas al fraude y al cohecho, como hacen siempre.
La tercera barrera de fuego está muy lejos; en las elecciones del 2019. En cuatro años por delante, no se sabe qué puede suceder. Pero no hay que desmayar ni tampoco hay por qué pensar que los contrarios al manoseo constitucional no puedan detener a este carrusel que quiere girar sin cambiar los rostros ni la música del organillo hasta acabar con la paciencia de la gente. Todo tiene un límite en Bolivia y en cualquier lugar.
Preocupa haber oído a S. E. ufanarse de que, en breve, superará en años de gestión al Mariscal Santa Cruz. Que afirme eso no es una broma. Anuncian hasta una fiesta para celebrar el acontecimiento, lo que ya es algo próximo a la paranoia. Es más serio de lo que se ve a simple vista. Quiere decir que S.E. ha estado buscando récords de permanencia en el poder a sabiendas de que para eso era necesario violar la Carta Magna. Vanagloriarse de superar al Dr. Paz, al general Banzer, y ahora al Mariscal de Zepita, en años de mando, requiere de un especialista médico. Porque su deseo debe ser superar también a Stroessner, Batista, Somoza, Trujillo, y en África a Obiang, Mugabe, y a tanto reyezuelo que en vez de dedicarse a gobernar piensan en ganar elecciones como símbolo de legitimidad y del amor que presuntamente le profesa su pueblo.
S. E. está utilizando armas que no son válidas en una lucha política honrada entre nosotros, como, por ejemplo, aprovecharse del tema del mar. O también manejar grandes y costosas concentraciones humanas, como la Cumbre de Tiquipaya, para hacerse proclamar candidato ad náuseam a la presidencia de Bolivia, en medio de vítores de extranjeros vagabundos. Eso se suma a la presión que se ejerce con los empleados públicos -ministros, parlamentarios, embajadores- para que entreguen parte de sus haberes a la campaña del “Sí “a la reelección. Naturalmente que todo lo anterior es aparte de los cuantiosos gastos abusando de los bienes del Estado, en especial de la propaganda televisiva que no se detiene a ninguna hora.
Empero, pensamos que S.E. está cometiendo algunos errores por no meditar lo que dice. No nos cabe en la cabeza que les haya dicho a los 34 embajadores nacionales reunidos en la Cancillería, que los militares bolivianos deberían olvidar la heroica victoria que obtuvieron en los montes de Ñancaguazú contra el “Che” Guevara. Aunque en el despacho de un diario paceño, las reflexiones de S.E. no son muy claras, menciona que es una “vergüenza” hablar de la derrota del “Che”; que mejor sería recordar las victorias del Mariscal Santa Cruz contra los argentinos. Sin poner en duda los grandes méritos de las victorias en Iruya y Montenegro, creemos que pretender borrar de la historia de las FFAA un triunfo sobre la guerrilla castrista, provocará opiniones divididas entre los oficiales del Ejército, así estén obligados a humillarse con el grito de: “Patria o Muerte, ¡Venceremos!”, del enemigo. Esto, de paso, nos hace pensar en el ajuste de cuentas al que está siendo sometido el general Gary Prado en Santa Cruz, captor del insurgente cubano-argentino.
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