Crédito chino genera dependencia

El crédito de siete mil millones de dólares que concedería China a Bolivia crea una dependencia del comercio nacional con ese país comunista, lo cual puede también incidir en la propia autonomía nacional, cuando se carezca del financiamiento necesario para cumplir puntualmente con el resarcimiento de la obligación que se adquiere.

Tales extremos se deberán a que el dinero en efectivo del crédito no se recibirá, pues las obras a ejecutarse tendrán que ser realizadas en forma exclusiva por empresas de ese país y, una vez que el Gobierno de Bolivia las contrate, serán las autoridades bancarias chinas las que les efectuarán los pagos correspondientes.

En los hechos, entonces, es un crédito nominal, puesto que no podrá ser de libre disponibilidad por parte del país. Empero, numéricamente, crece la deuda externa por encima del 100 por ciento del monto actual. Según el informe oficial, al presente asciende aproximadamente a seis mil millones de dólares. Con el crédito chino llegará a una suma históricamente jamás alcanzada, al totalizar trece mil millones de dólares.

La deuda actual mencionada, respecto al Producto Interno Bruto (PIB), proporcionalmente es de 17 por ciento, con la deuda a China se elevará a 34 por ciento. Resulta insólito que la deuda crezca en tal magnitud, pues numéricamente se puede hace estimaciones al respecto, pero nadie puede tener seguridad del estado en que se hallará la economía nacional dentro de 30 o 40 años, plazos en los que habitualmente se contrae este tipo de obligaciones externas.

Por tanto, hay que hacer conciencia de que se está legando a los jóvenes y niños de hoy un pesado compromiso financiero, restándoles la posibilidad de que estas generaciones tengan la necesaria independencia para administrar los recursos financieros que les corresponda administrar.

Una vez más, se sostiene que las obras que se realicen tendrán la capacidad de generar utilidades para atender el pago parcial de la inversión efectuada. Las experiencias recientes, con la creación de empresas estatales, hasta ahora son negativas. Por tanto, lo que en última instancia se hace es comprometer los ingresos ordinarios del Estado, tanto por la recaudación de impuestos como por las exportaciones, aunque al presente están declinando.

Dos importantes observaciones han formulado expertos en economía, cuyas opiniones fueron requeridas por EL DIARIO. Uno de ellos anotó que sólo se contrae créditos cuando se tiene déficits fiscales. Otro puntualizó que “si nos hemos endeudado en bonanza económica, ¿ahora que existe una crisis internacional vamos a endeudarnos más?”.

Otro efecto negativo del nuevo crédito recae en la deuda que se carga personalmente a cada boliviano. Según el Censo Nacional de Población de 2012, se tiene 10.027.254 habitantes, por lo que cada uno será responsable de su pago por el monto de 1.296 dólares. Toda una ironía, sin duda, cuando dos tercios de aquel total son pobres.

En las tres gestiones del régimen actual, la deuda externa aumentó en más del doble, después que países amigos y organismos internacionales condonaron más de la mitad de la deuda que se tenía antes de 2006. La gestión fue realizada por gobiernos anteriores, ante la insolvencia que tenía entonces la economía.

Habrá que recordar que el gas natural que se exportó y que, justamente en ese año tomó impulso para incrementar la exportación, generó ingresos nunca antes obtenidos por Bolivia, pero, lamentablemente, fueron administrados de la manera más dispendiosa por las autoridades en ejercicio hasta hoy.

Otro alcance que cabe recrear es la postura que tiene China al presente. Su pretensión actual es convertirse en la primera potencia mundial, con el propósito de desplazar de esa posición a los Estados Unidos. Está en libertad de hacerlo, por supuesto, pero a la hora de las verdades podrá demostrar que domina el comercio internacional y que para ello ha creado dependencias como la que ahora recaerá sobre Bolivia, con su crédito multimillonario.

Por lo tanto, el Gobierno estaría incurriendo en una incoherencia, pues se jacta de haber liberado a Bolivia de la dependencia de Estados Unidos, pero esta vez cae en otra, de manera inequívoca.