La frase del rótulo, expresada como un pedido nacional, resulta, en las actuales circunstancias en que se vive, un clamor, un reclamo de auxilio, una propuesta, una sincera muestra de lo que se necesita con miras a superar una crisis que, de no ser contenida hasta solucionarse, puede acarrear serios problemas al país.
“Ajustarse los cinturones” es vivir realidades, acomodarse a lo que se es y se tiene, constreñirse a lo más exacto y correcto en disponibilidades de dinero o de bienes; el pedido muestra caminos de conducta, rumbos en los que debe haber austeridad; señala rutas ciertas que pueden superar los escollos y aportar soluciones a problemas que se presentan en el día a día porque la vida económica de un país puede variar, mejorar o agravarse.
Asegurar que se está en perfectas condiciones cuando se siente los dolores de la crisis, es hacer demagogia; creer que contamos con los medios para combatir a la pobreza, es contradecir una realidad: la pobreza es cada día más lacerante porque simultáneamente a la aparición de personas que tienen mucho dinero surgen los que nada poseen o, si tenían mucho, hoy no cuentan más que con lo absolutamente necesario para sobrevivir.
Que mucho del pasado se ha superado, especialmente debido a los precios internacionales de las materias primas -sobre todo petróleo, gas y minerales- han determinado cambios sustanciales en la economía porque los ingresos se han superado en la proporción de diez veces; es decir que la pobreza anterior en nuestras instituciones públicas y privadas ha adquirido volúmenes de riqueza financiera muy grandes; pero, a la vez, esa misma tenencia de dinero ha determinado el surgimiento de la corrupción con el contrabando, narcotráfico y muchas formas de economía ilegal o informal que han hecho mucho daño a la moral nacional.
Pedir auxilio en momentos de crisis, no es creer que todo sea malo en la colectividad nacional; es, en estas circunstancias, ver realidades porque los ingresos disminuyen, la producción baja, los precios de lo que exportamos no son los de antes y, de alguna manera, “compensan” las subidas habidas en más de una década; en otras palabras, podría decirse que la economía cobra lo que se dio en cerca de diez años.
Vivir con lo que se tiene y, si es posible, ahorrar de lo poco que se posee, es verdad difícil de practicar, pero posible de concretar con esfuerzo, sacrificio y conciencia de país, evitando los gastos superfluos, los que resultan inútiles por ser faraónicos e innecesarios; evitar gastos en viajes y trámites que nunca se concretan en resultados positivos y constructivos para el país. Creer que se tiene todo cuando se confiesa que todo disminuye, es no vivir realidades y actuar irresponsablemente. El país, a nivel gubernamental y del pueblo, tiene que actuar con la verdad y hacer que el pedido de auxilio, pedido del país, sea concreto, constructivo, real y positivo; de otro modo, los problemas se agudizarán seriamente.
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