Juan Bautista del C. Pabón Montiel
En la lejana frontera, donde la desaparición de hombres dedicados a las letras, a las bellas artes, no es noticia, sino motivo de un aviso necrológico, nos enteramos de la muerte de don Jaime Martínez Salguero, notable intelectual, ensayista. Escribía con prosa clásica, en la que mostraba una extraordinaria formación e innata inteligencia para describir los estados de ánimo; para penetrar al fondo del espíritu humano, descifrarlo e interpretarlo.
Era gentil, caballero, humilde hasta hacerme poner rojo, al presentarme como un “destacado intelectual” en una Feria del Libro, en la ciudad de La Paz, donde nací, el año pasado. Con su infaltable frac y corbata rosón, con su compañera doña Patricia Collazos Bascopé formaba un dúo de atenciones y reverencias propias de las personas cultas.
Hace más de cuatro décadas, otro artista plástico, don Jorge Villanueva Suárez -conocido en el mundo artístico como “Villas”-, hizo el honor de presentármelo. Desde ese tiempo solíamos vernos, hasta que a fines del siglo pasado, fuimos invitados a su departamento en plena Plaza Pérez Velasco, almorzamos juntos con su esposa. Fue una velada agradable, llena de anécdotas, rematando con una foto en la que aparecemos los tres.
Jaime se marchó, cargado de su tiempo,/ para embarcarse en otras dimensiones con las que él soñaba./ Mirando el espacio infinito,/ poblado de estrellas,/ de espacios interestelares./ Ahora Jaime/ está en la serenidad de su pensamiento./ A mil seiscientos kilómetros, Jaime,/ viajan estas letras,/ con la angustia de no habernos estrechado al final del camino.../ Para ti,/ el abrazo fraterno en la solemnidad de la muerte./ Para tu esposa Patricia,/ nuestro duelo en el corazón!/
La obra de don Jaime Martinez Salguero está por estudiarse, su biografía la escribirán otros de mayor fuste periodístico y talento.
“Las Voces de la Tragedia”, publicada en 1997, es una profunda visión filosófica sobre el existencialismo, sobre la muerte, motivo permanente de una interrogación humana. La Naturaleza de lo trágico, El Acto Humano de la Tragedia, La Búsqueda, La Culpa son capítulos de una obra que ilumina el pensamiento humano; ayuda a comprender nuestra naturaleza y remata con algo que ya a Jaime le asomó como un acto de libertad: “...Esta idea de la muerte es fundamental en la tragedia porque señala el fin de la existencia -y por eso, porque es una idea límite -, nos anonada. Lo trágico de esta idea es la comprensión de que toda acción humana choca con la muerte y es destruida por ella y, por lo tanto, hagamos lo que hagamos, moriremos y seremos olvidados...”, página 10 de la citada obra. Don Jaime encontró el final, supo bien en vida que seremos olvidados, como una tragedia del existir, pero esa certeza no lo arredró en su afán de vivir, de crear, amar y dejar un legado inmortal, que significa el grande paso por el mundo del Académico de Número de la Real Academia, correspondiente a la Española.
Final: Jaime, duele tu partida; duele no poder haber estado en el último adiós al grande señor de esa alcurnia que ya va desapareciendo. ¡Un adiós, amigo!
Puerto Suárez, octubre de 2015.
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