Es ponderable que el presidente Evo Morales, a pesar de sus reiteradas expresiones contrarias al capitalismo y sus derivaciones, haya optado por una apertura hacia la atracción de inversiones extranjeras y, más aún, que existan estudios sobre los proyectos que pueden ser de interés para motivar a las empresas de forma consistente.
Ha sido también positivo que el Gobierno, con anterioridad, hubiera hecho el anuncio oficial de que terminaron las estatizaciones de empresas, lo que implica una manera de exteriorizar las garantías requeridas para impulsar nuevos emprendimientos internos.
Al presente, existe capital nacional que está durmiendo en los depósitos bancarios, al punto que éstos se hallan casi parejos con las reservas internacionales del Banco Central.
Habrá también que anotar que la “nacionalización” de los hidrocarburos, en términos financieros, al erario fiscal le resultó contraproducente. El capital que invertían las empresas privadas para desarrollar el sector ha sido reemplazado con la “Inversión Pública”, cuyo mayor monto está destinado a financiar a YPFB.
A modo de ilustración sobre lo anteriormente expuesto, este año la “Inversión Pública” destinó a YPFB la suma de 769 millones de dólares, necesarios para sus operaciones y exploración para reponer reservas e industrialización. Sin embargo, debió darse la misma importancia con recursos fiscales para destinarlos a la protección de la niñez.
Organismos que hacen el seguimiento a este tema, coincidieron en señalar que en Bolivia se tiene un millón de niños en situación de pobreza y desamparo. Por tanto, si el actual Gobierno se precia de otorgar preferencia a la problemática social, lo más atingente, ante tan dramática situación, es sembrar de hogares de acogida en todo el país, para proporcionar vivienda, alimentación, salud y educación a esa infancia infortunada.
En días recientes, por ejemplo, fueron encontrados en la ciudad de El Alto 43 niños abandonados en basurales, vías públicas y puertas de viviendas para que alguna familia caritativa los acoja y los salve de la inanición y la muerte.
Por todo ello, era conveniente volver a abrir las puertas del país a la inversión privada. Se supone que por la actuación promovida en Nueva York, para convocar a 130 empresas inversoras, por lo menos algunas pueden dar el paso adelante y venir a invertir en Bolivia. Aparte de coadyuvar al crecimiento económico, en lo social su aporte más trascendente sería la apertura de nuevas fuentes de trabajo, formales y sostenibles.
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