Punto aparte
El kirchnerismo, considerado como una extravagante expresión del peronismo en Argentina, sufrió una contundente derrota en la elección presidencial del domingo pasado. Sus gobiernos se extendieron por tres períodos y todos ellos se caracterizaron por la ineficiencia administrativa y la corrupción, empezando con el desenfrenado afán de enriquecimiento de la pareja presidencial.
Con el pronunciamiento cívico puesto de manifiesto en las urnas, la perspectiva que se abre para el país vecino es el restablecimiento de la democracia, a través de una plena libertad ciudadana y el respeto a los derechos humanos, entre ellos los de expresión y de prensa.
El candidato oficialista Daniel Scioli, elegido personalmente por la presidenta Cristina Kirchner, seguramente para utilizarlo como su peón en la Presidencia, obtuvo apenas el 36,8% de los votos, imponiéndose sólo por 2,5% a su seguidor, el opositor Mauricio Macri, que alcanzó el 34,3% de los sufragios.
De esta forma, se abrió el cauce para una segunda vuelta, que era lo indeseable para el kirchnerismo, pues tenía conciencia plena de que en esta instancia era completamente previsible su derrota.
La segunda vuelta -la primera experiencia que tendrá Argentina- se realizará el 22 de noviembre. La contienda se reducirá a los dos candidatos presidenciales más votados, de los cinco que postularon en los comicios del domingo pasado. Ellos serán el oficialista Scioli y el opositor Macri.
La primera encuesta efectuada para sondear la opinión de los electorales sobre su preferencia en la votación de dicha fecha, se volcó a favor de Macri, tal como temía el kirchnerismo.
El resultado estableció que Macri tiene un 45,6% en intención de voto, que la encuestadora “González-Villadares”, que subiría al 50% con la proyección de los indecisos.
Además, el peronista disidente Sergio Massa, que ocupó el tercer lugar en las elecciones pasadas, consiguió el apoyo del 21,34%, después de reunirse con los referentes de su bloque “Nueva Alternativa” (UNA), para definir apoyos antes de la segunda vuelta electoral, declaró que la apuesta de su sector es “Por el cambio”. En consecuencia, contrarío a Scioli y, eventualmente, favorable a Macri.
“Quiero dejar una cosa bien clara -dijo a los periodistas. Nosotros no buscamos ni necesitamos cargos, nosotros buscamos y necesitamos cambios para los argentinos”.
De su parte, según la agencia EFE, que sirve a EL DIARIO, varios de los dirigentes de UNA, considerados como los “pesos pesados”, coincidieron en adelantar que “no votarán por Scioli el 22 de noviembre”. A menos que lo hagan en blanca, la única opción que tienen es votar por Macri.
Entonces, con el resultado de la encuesta y la posición de Massa y sus seguidores, casi aseguran que el ganador de la segunda vuelta será Macri y, consiguiente, los argentinos lo tendrán como presidente los próximos cinco años.
De todo esto se concluye que los políticos argentinos actúan con madurez, antes que por disidencias partidarias, o por simples rivalidades en procura de imponer sus caprichos y ambiciones personales. Puede decirse, por consiguiente, que es toda una lección para los políticos bolivianos.
En cuanto se refiere a los intereses nacionales, es siempre preferible tener en los países vecinos gobiernos democráticos antes que aventureros, con pseudo posturas extremistas y, peor todavía, con posturas que no inspiran confianza alguna para concertar acuerdos de distinta índole, porque la desconfianza de su cumplimiento está de por medio.
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