Juan Evo Morales, nacido en Isallavi, del cantón Orinoca de Oruro, descendiente de una familia de agricultores y criadora de llamas, de niño, dice, trabajó la tierra y fue pastor de llamas, ladrillero, panadero y trompetero. Políticamente, se inicia en 1981 representando a los colonos (aymaras-quechuas) cocaleros del Chapare. En 2002, con el MAS-IPSP llega al Poder “fortalecido” por una declaración del ex embajador estadounidense, Manuel Rocha, que soliviantó un imaginario “antiimperialista”. Ahora, orgulloso declara ser el primer Presidente de origen indígena uru-aymara. Sumará 3 mandatos, batiendo con ello algún récord de gobernabilidad.
Hipotéticamente, pasa inadvertida su impronta del control de las principales instituciones del Estado, sumiéndolas en un interinato que no permite la independencia, transparencia y un control social garantizado en la CPE. Al parecer, se denosta los mecanismos que transparenta la gestión. Se desvirtúa el orden y normalidad de comportamientos de grupos (gobierno) individuales en beneficio de la sociedad. Trasuntan voluntades individuales en desmedro de un bien social. Entonces, el “batir records” es relativamente obvio. Probablemente ello no ocurriría en un país con instituciones (independientes), con directivos que surjan de una compulsa, garantizados por Ley y que generen certidumbre. Es temerario, entonces, subsumir al país en una institucionalidad “interina”. Peor aún “formalizarlos” como a la Conalcam (que sustituye al “pueblo”).
Entonces, se advierte incertidumbre y desconfianza, por ejemplo en el TSJ, TCP, el TSE, la Contraloría, la Aduana, YPFB, Policía, FFAA, entre otros, etc., ¿se puede confiar en alguna “reelección”, en un país donde los interinatos (dependientes) no regulan las reglas democráticas? ¿Acaso la renuncia del presidente del TSJ Jorge Bon Borries es casual? ¿Acaso la similitud del ex fiscal Soza con su similar venezolano es casual? Entonces, los (forzados) interinatos provocan interferencias irresolubles, arriesga la “credibilidad” de una (re)elección. Es más, desvirtúa mecanismos (de rendición de cuentas) de control. Denuncias de corrupción van y vienen (caso Fondioc). En consecuencia, el batir records de gobernabilidad, es simple en un país des-institucionalizado.
El control institucional permite a los neo y para indígenas mostrar su indiferencia sobre desarrollo, salud, fuentes de trabajo, derechos humanos, etc., para ellos es crucial exaltar al Presidente. Esta adulación (autoengaño) pretende el imaginario de que el Presidente parezca más “indígena”, que bata records, que juegue al futbol, etc. Aunque algunos dictadores como Stroessner (Paraguay) o Trujillo (R. Dominicana) y otros, organizaron elecciones y ganaron, también, batieron records, con el mismo “cuento” de la estabilidad. Por ello, el control institucional o interinatos promueven la “ficción”, el simbolismo, la autenticidad indígena: insultando al contrincante. Ahora, se asegura que el referéndum (21/II/16) es “pan comido” y se ganará con el 70%, ¿esa seguridad, es casual u obedece a algún probable control del TSE? La duda es patente. En consecuencia, antes que batir records, más importante es advertir ¿por qué en 3 mandatos Bolivia ha sido sumida en un desarrollismo neoliberal? Por ello y más, el primer Presidente de origen indígena uru-aymara debe cumplir con la CPE e institucionalizar el país para demostrar que no necesita de “ayuda” de institución alguna, para demostrar que el soberano lo apoya.
El autor es Director del Centro de Investigación, Servicios Educativos y de Comunicación (Cisec).
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