Abrupto ascenso de la deuda externa

No ha podido menos que causar sobresalto en el pueblo boliviano, el abrupto ascenso de la deuda externa nacional a más 16.000 millones de dólares, vale decir del 17 por ciento del Producto Interno (PIB), hecho que se produjo a raíz de una gestión que realizó en la República de China, el vicepresidente Álvaro García L., donde obtuvo un crédito de 7.400 millones de dólares, para 11 obras camineras y energía, a razón de 4 por ciento anual.

La información fue más sensible y de proyecciones más impresionantes al recordarse que durante la etapa de bonanza (por altos precios de las materias primas), en el gobierno del presidente Hugo Banzer (1971-1978), la deuda externa llegó a solo 4 mil millones de dólares, se gastó en obras faraónicas y, finalmente, desestabilizó a ese gobierno, aunque el país quedó endeudado y más empobrecido.

Hasta antes del acuerdo con China, la deuda externa del país llegaba a 6.102 millones de dólares, o sea solo el 17 por ciento del PIB, cantidad que ya causaba preocupación a la población. Pero con motivo de la gestión del Vicepresidente en Beijing, la deuda externa subió a unos 13.502 millones de dólares, suma que en opinión del zar de las finanzas del país, permite que todavía Bolivia tenga la suficiente “espalda para seguir endeudándonos”.

Pero los datos sobre la deuda externa son aún más alarmantes porque, según datos oficiales, Bolivia tiene una deuda contratada de otros 3.332 millones de dólares, la cual significa que la deuda externa sube todavía más y llega a los 9.434 millones de dólares y llega al 25 por ciento del PIB.

Sumadas esas cifras la deuda total actual llegaría a los 15.900 millones de dólares, o sea el 50 por ciento del PIB. Y si se suma la Deuda Interna que llega a los 6.500 millones de dólares, se llegaría a una deuda total de 23.000 millones de dólares, o sea más del 50 por ciento del PIB.

Sin embargo el asunto no solo está en lo fácil que es endeudarse, sino en pagar, en particular los intereses que son cobrados compulsivamente. En efecto, en la actualidad, el país está pagando intereses por 320 millones de dólares anuales y si se la deuda sube por tres o más puntos, se tendrá que pagar entre los 900 y 1.200 millones de dólares, cantidades que resultan poco menos que escalofriantes.

El endeudamiento actual llega, además, a causar vértigo por el desarrollo de la crisis económica mundial y en especial a la caída sostenida de los precios de las materias primas, los probables cambios políticos a niveles planetarios y latinoamericano y el lamentable estado en que se encuentran las estructuras de minería, industria, agricultura y otros en Bolivia.

A esos aspectos ya preocupantes se debe agregar el crecimiento de la deuda interna que no ofrece ningún dato optimista al escenario financiero del país.