La disposición que establece el pago de doble aguinaldo, a quienes están sujetos a ingresos fijos como sueldos y salarios, ha creado graves consecuencias para el conjunto de empresas existentes en el país. Las consecuencias influyen en todos los cálculos de costos y resta perspectivas futuras para una expansión o crecimiento de las empresas que, especialmente las productivas, se han visto obligadas a recargar los precios y hacerlos parte de los costos de producción.
Lo grave de este incremento es que crea antecedentes para que las autoridades crean, a ciegas, que tan sólo los resultados del PIB son signos que autorizan el pago de cualquier sobresueldo o beneficio a sus trabajadores que, con la mentalidad de que debe haber participación, deben ser merecedores no sólo de lo establecido por ley -incluida una prima conforme a las utilidades anuales que se haya logrado-.
Para empezar, hay que reconocer que los bonos han creado problemas empresariales muy serios y si bien benefician a los trabajadores, en los resultados finales les resta posibilidades de mejorar sus ingresos a través de sueldos que compatibilicen con el trabajo que realizan. Los bonos son parte de los costos de producción y esos costos son traslaticios a los precios del producto que se produce y vende. Esos nuevos precios tienen como consecuencia inmediata una mayor inflación.
Para muchas empresas que son o se auto-titulan grandes, el doble aguinaldo parece no significar mayormente problema porque así lo han declarado ante las autoridades, con el añadido de que “pagarán con la oportunidad debida, acatando las disposiciones”. Lógicamente que, para quien tiene mucho dinero -excedentes en muchos casos- el doble aguinaldo no significa mayor erogación; por otro lado, esos empresarios también han conseguido la compensación debida elevando costos y precios.
El problema es para las medianas y pequeñas empresas, para las que producen artículos de uso y consumo, para las que tienen muchos trabajadores que exigen el pago del nuevo beneficio. Estas empresas, conjuntamente las pequeñas, no saben qué hacer, cómo enfrentar las situaciones críticas que crea la nueva obligación que, según parece, continuará indefinidamente.
El doble aguinaldo -así sea cancelado en cuotas- implica, pues, un grave riesgo para todas las empresas del país y es un freno para quienes estarían dispuestos a invertir para mejorar sus instalaciones o importar maquinaria más moderna con miras a lograr mayor producción con el consiguiente aumento de personal; pero, con el doble aguinaldo, las perspectivas son pesimistas. Por su parte, los posibles inversionistas foráneos tampoco estarán tranquilos y resignados a aceptar la creación del doble aguinaldo y la posibilidad de nuevas cargas que impidan una estabilidad empresarial y seguridades para el futuro.
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