Bolivia, como es bien sabido, ha sufrido la desmembración territorial, provocada por naciones vecinas, mediante guerras internacionales o tratados. En consecuencia aquéllas se apropiaron de sus recursos naturales, renovables y no renovables, que fueron utilizados para salir del atraso, la postración y pobreza.
He ahí la verdad histórica sobre el achicamiento del mapa geográfico boliviano. Recordemos que Bolivia surgió a la vida republicana con una extensión territorial de 2.364.018 Km2 y actualmente posee 1.098.581 Km2. Dato tomado de “Bolivia geografía – Gráfica e informativa”, de Sergio Aguila Delgadillo, editado el año 1979, página 1.
Hechos que quebrantaron, en su tiempo, la paz y la amistad, en esta parte del Cono Sur. Y Chile ya había lanzado el siniestro proyecto de polonización de Bolivia. Sugirió, dicho en palabras más sencillas, la división del territorio nacional, entre sus vecinos más cercanos. El afán depredador lo llevó a promover ideas desatinadas, por no decir desquiciadas, de esa índole. El propósito chileno fue acabar con la existencia de Bolivia y de esta manera ampliar la ocupación territorial que data de 1879. No fue otro el objetivo.
“La cancillería peruana había rechazado un plan para la polonización de Bolivia, que el canciller Felipe de Osma denunció ante América en su famosa circular de 26 de mayo de 1901”, escribe el diplomático peruano Guillermo Hoyos Osores, en su libro “Política internacional del Perú – Siete años de desvaríos”, editado en 1977, páginas 15 y 16. He aquí la prueba, irrefutable, que avala nuestra afirmación hecha en estas breves líneas.
Chile, no satisfecho con el encierro geográfico que impuso a Bolivia, exploraba la posibilidad de su desintegración territorial, a fin de tranquilizar su conciencia de salteador sudamericano. Estuvo persuadido, al margen de ello, de que Bolivia era el reservorio de recursos naturales, renovables y no renovables, más importante de Sudamérica. Esta realidad le atraía para asumir tan descabellada actitud. Seguramente pretendía apoderarse de alguna región productiva del país y de este modo asegurar el futuro de sus generaciones venideras. En este contexto ha manejado la palabreja polonización.
Hoy Chile no se animaría a pensar y menos a proponer esa intención desintegradora porque Bolivia cuenta, ahora más que nunca, con el sustentáculo de la comunidad internacional, en su intento de recuperar el Mar cautivo. E inclusive algunos sectores sociales del país vecino se pronunciaron, de manera inédita, a favor de la causa boliviana, hecho que no fue del agrado de los grupos que constituyen las esferas de la oligarquía chilena. Y, particularmente, de aquellos que se encuentran encaramados, coyunturalmente, en la Moneda.
Y el 24 de septiembre, del presente, se inscribirá como una jornada trascendental, por cuanto la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya, admitió su competencia para administrar la demanda marítima planteada por Bolivia, en contra de Chile, en conformidad con la norma y la equidad. Hará prevalecer su representación de carácter mundial.
En suma: Chile siempre estuvo al acecho de Bolivia en todos los tiempos.
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