En 1978, cuando el país se enteró de que el gobierno de Hugo Banzer, iniciado en 1971, subió la deuda externa de Bolivia de 600 millones a 4 mil millones de dólares, se produjo una crisis política, tratando de saber cómo se había adquirido esa deuda y en qué se había utilizado los recursos económicos. Se atribuyó, por un lado, el origen de ese endeudamiento a facilidades que ofrecieron los acreedores y por otro, se indicó que se realizaron grandes inversiones, las mismas que consistieron en obras faraónicas de muy baja renta.
Esa deuda externa, junto con las de otros países, provocó una crisis mundial y muchos gobernantes se pronunciaron proponiendo que fuese condonada si no en su totalidad, por lo menos en parte. En efecto, las presiones dieron resultado y tanto los bancos y las naciones prestamistas perdonaron a los deudores importantes porcentajes. Como efecto de esas condonaciones, Bolivia quedó debiendo menos de mil millones de dólares.
Dicha deuda contraída por el gobierno de Hugo Banzer (1971-1978) produjo profundo trauma, tanto en el pueblo como en el Estado boliviano y surgió el compromiso de que no se debía volver a incurrir en la política de endeudamiento. En efecto, la nación quedó libre de deudas y en especial de la intranquilidad y zozobra que determina cargar préstamos que no sólo hay que pagar, sino también cancelar intereses obligatoriamente contraídos.
Esa sensación de seguridad conseguida después de la larga etapa de dictaduras populistas militares parecía que terminó para siempre y más aún ante la presencia de gobiernos que, por una parte, habían rechazado el aumento de la deuda externa y, además, juraron no caer en semejante actitud.
Sin embargo, en meses recientes, el pueblo boliviano se enteró de que la deuda externa del país llegó sorpresivamente a los 6.102 millones de dólares, en momentos en que se aseguraba que pasaba una etapa de bonanza como nunca ocurrió en la historia de Bolivia. Pero, después de ese asombro, el pueblo boliviano sufrió otro verdadero sofocón, al enterarse de que el Estado endeudó al país con 7.400 millones de dólares contraídos en China. A esa suma se añadió la deuda contratada de 3.332 millones de dólares, por lo cual el total de la deuda externa subió al total de 15.900 millones de dólares, o sea cerca del 50 por ciento del PIB.
Para agravar ese estado de cosas, se conoció que cada año Bolivia paga en intereses alrededor de mil millones de dólares en momentos en que se reducen los ingresos por la caída de los precios de las materias primas por más de 3 mil millones de dólares y se desmoronan las estructuras internas del país, pese a que nuestro sabio Ministro de Economía insiste en que la economía no solo está “blindada”, sino que el país tiene suficiente “espalda” para asumir el servicio de la deuda.
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