Punto aparte
Esperábamos que el actual Tribunal Supremo Electoral (TSE) corrigiera las irregularidades de su antecesor y recuperara la independencia política que debe tener para ser reconocido como organismo idóneo y confiable.
Deplorablemente esto no está ocurriendo, ni en lo grande ni en lo chico. Marea a la perdiz con sus anuncios de cuánto van a costar este año los preparativos del referéndum del 21 de febrero próximo, pero no da señales de estar dispuesto a cumplir una tarea que lo honre y dignifique.
Cuando anunció que iniciaría una investigación formal a la actuación del Tribunal Electoral Departamental de Chuquisaca, hizo suponer que estaba actuando en la línea correcta, enmendando falencias pasadas, pero no fue así.
La explicación pública que realizó, al respecto, señalaba que dicho Tribunal incurrió en “Graves” y “Gravísimas” faltas a su función, en las elecciones regionales del 29 de marzo pasado, cuando fueron elegidos gobernadores y los órganos legislativo y ejecutivo de los municipios.
El antecedente que pesaba sobre aquel Tribunal es que actuó puniblemente en esa ocasión. Primero, desconoció los cómputos de mesa que, por efecto del principio de Preclusión, son los únicos válidos para realizar los cómputos oficiales.
Pese a la rigurosidad con que debe ser observada esa norma, que garantiza el voto ciudadano, el Tribunal desconoció los cómputos de mesa y procedió a actuar políticamente, al declarar la invalidez de los votos que se había emitido a favor del Frente de Izquierda, que obtuvo casi 10 mil votos en el departamento, los que eran definitorios para asignar el triunfo al ganador de la elección de Gobernador.
Al optar por esa medida ilegal, lo hizo por su cuenta y riesgo, ni siquiera procedió a realizar las consultas del caso al Tribunal Supremo Electoral, del que era dependiente.
Esto último se puso en evidencia cuando la ex presidenta del TSE, Dra. Wilma Velasco, envío notas de objeción al accionar del Tribunal de Chuquisaca y éste, sin escrúpulo alguno, las dio por ignoradas.
De manera que, arbitrariamente, al anular la votación de dicho Frente, desconoció la elección legítima del ganador, que era un opositor al actual régimen de Gobierno. Más todavía, reconoció un supuesto triunfo del candidato del MAS.
Hasta ahí el comportamiento de ese Tribunal. Sin embargo, como el pueblo chuquisaqueño reaccionó adversamente a ese accionar, al TSE, que tiene su sede en La Paz, no le quedó otro recurso que abrir la indicada causa investigativa.
Se suponía que las aguas políticas de Chuquisaca volvían a su cauce, pero grande fue el fiasco, esta vez nacional. Pues, al atribuirles a la presidenta y vocales del Tribunal de Chuquisaca “Graves” y “Gravísimas” faltas en el ejercicio de sus funciones, resulta que ahora el asunto quedó en agua de borrajas.
En Bolivia, la perspicacia política ha crecido enormemente, precisamente porque cada cierto tiempo se comete no solamente violaciones a las normas legales, sino afrentas a la inteligencia de los bolivianos, se los toma como manada de borregos que todo aceptan, al no darse cuenta de lo se hace, a su vista y paciencia.
La tal investigación, que en buenas cuentas era un juicio, desde el momento que se lanzaban inculpaciones como las mencionadas, resultó ser nada más que un sainete, con explícita burla a la opinión pública.
La tal investigación-juicio no se llevó a efecto, porque cuatro de los cinco inculpados optaron por la renuncia del cargo que ocupaban y ahí acabó todo. Por supuesto, a nadie se le ocurre pensar que fue una decisión honrosa de los renunciantes, cuando, en los hechos, fue producto de una maniobra política, para que las diligencias jurídicas queden en nada.
Y así fue, la única que quedó como enjuiciada fue la presidenta, pero como era también oficialista -nada menos que representante del Presidente del Estado en el malhadado Tribunal de Chuquisaca-, no lo hizo. Pero la función teatral continuó, con su destitución. Y, san, se acabó todo.
Se hizo omisión de los cargos y ahora el TSE dice que no tiene atribuciones para someter a los cinco ex vocales a la justicia ordinaria, para que respondan a los cargos de “Grave” y Gravísima” imputación que les había lanzado cuando aparatosamente anunció el proceso, haciendo venir a La Paz a los cinco ex vocales del Tribunal Electoral de Chuquisaca.
A fin de no apelar a las adjetivaciones, que es lo más corriente en el país, lo menos que, al final, puede decirse es que el TSE incurrió en grave inconsistencia, en este ilícito caso. De ahí para adelante, ha perdido confiabilidad y no es más que otro instrumento del oficialismo, como había sido también el anterior.
Por tanto, nada cambió en la conducción de los actos electorales, seguirán siendo igualmente digitados, como lo fueron en la elección presidencial de octubre y en marzo último.
Si así son los comportamientos oficialistas, para qué se llama a referéndums y elecciones, si todo está ya previsto, “cocinado”, como se dice en el habla popular. Es mejor no incurrir en más gastos ni en burlarse de los electores, llamándolos a registrarse en un Biométrico que no se acepta auditarlo limpiamente y, peor, con un Padrón igualmente de incierta integridad.
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