• El espacio Elsa Paredes inauguró una muestra de peluches que tiene más de 100 años de antiguedad. Con más de 2.000 piezas, es un pasaje en el tiempo para rememorar juegos de antaño
La casona ubicada en el número 550 de la calle Rosendo Gutiérrez, que albergaba a la familia Salazar Paredes, sería el paraíso de todo niño, pues sus ambientes se han convertido en el Museo Elsa Paredes de Salazar, que guarda una preciosa colección de muñecas y juguetes de varios países, elaborados en diferentes épocas y diversas técnicas, además de la inauguración de una nueva sala donde se exponen osos de peluche de hace más de 100 años.
MUESTRA DE PELUCHES
La noche del pasado martes, se realizó la exposición temática de osos de peluche, que responde a una historia de más de 100 años de fabricación de los recordados Ositos Teddy Bear, que tienen una fuerte relación sentimental y emocional en la vida infantil de varias generaciones. En esta oportunidad alrededor de un centenar de peluches de distintas generaciones que pueden ser reconocidas a simple vista, por el relleno algunos de paja y otros de algodón, mostraron una faceta didáctica del espacio, siendo estos juguetes los protagonistas de diferentes situaciones, por ejemplo la lucha contra la violencia hacia la mujer, además de la discriminación.
"Si las personas hacen marchas para pedir cosas que consideran justas, por qué no osos de peluche, que de igual forma pueden personificar estos acontecimientos", dijo la propietaria del repositorio, haciendo referencia a una maqueta que representaba la plaza Murillo, donde, con pancartas, los juguetes pedían un alto a la violencia.
De igual forma se hizo la recreación de un ambiente navideño además de coloridas muestras de ositos, que durante horas entretenían a varias generaciones de niños.
Esta muestra, gracias a donaciones y préstamos de coleccionistas, además piezas propiedades del museo estará disponible al público hasta el 13 de diciembre.
HISTORIA DEL REPOSITORIO
Este espacio se envuelve en una maravillosa historia, pues la heredera de la iniciativa y administradora del recinto, la arquitecta Roxana Salazar, cuenta que su madre, Elsa Paredes de Salazar, cuando tenía ocho años de edad recibió de regalo dos muñecas que representaban dos culturas distintas, cada una con sus trajes típicos; una artesanal con ropa andina y la otra una aldeana de origen europeo con toques tradicionales. Desde entonces despertó en ella las ganas de coleccionar muñecas de distintas partes.
En cada viaje que hacía su madre traía una muñeca, también encargaba a sus parientes y amigos viajeros que le trajeran una imagen típica del sitio que visitaban, por eso se pueden apreciar piezas de Corea, Filipinas, Portugal, México, entre otros países.
Entre las piezas, la coleccionista destaca las muñecas con trajes típicos algunas muy antiguas que abarcan un período de cien años; por ejemplo tenemos piezas desde 1860 hasta 1940.
Una de las actividades más importantes que realiza este centro es la exposición anual de muñecas antiguas, en la que además de mostrar sus piezas únicas, Roxana toma contacto con familias que tienen muñecas antiguas y son prestadas para la muestra al público por varios días.
Este espacio es catalogado como un paraíso o un pasaje en el tiempo para que el público, reviva momentos pasados a través de los juguetes de antaño.
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