Buscando la verdad
Muere subteniente del Ejército en persecución a contrabandistas, rezaba el titular (EL DIARIO, 12/NOV/2015). Una muerte que se suma a otras ocasionadas por quienes tienen en poco la ley, a la hora de satisfacer sus apetitos personales.
Además del Subteniente de Artillería del Regimiento Camacho de Oruro, José Miguel Valda Rocha, quien perdió la vida al caer en una trampa de los contrabandistas en una persecución a un camión en el sector de Pazña, hubo dos heridos adicionales del Control Operativo Aduanero (COA). Los contrabandistas, advertidos de la persecución, condujeron a la patrulla aduanera por sendas donde habían cavado zanjas, con la grave consecuencia del accidente que acaecido, mientras los delincuentes de seguro “se morían de risa”, felices por tamaña “hazaña” realizada.
La máxima autoridad de la Aduana Nacional de Bolivia (ANB), Marlene Ardaya Vásquez, lamentó que pese el gran riesgo que corren los funcionarios del Ejército y del COA en el cumplimiento de sus funciones, no tengan un seguro de vida.
Y no es la primera vez que pasa algo así, una decena de funcionarios de la ANB y del COA han perdido la vida en los últimos años. Me viene a la memoria el Teniente Administrativo del COA, Samuel Encinas Arias, quien estando a punto de jubilarse, en enero del 2003 salió a un operativo pero nunca volvió a su casa, luego de una encerrona de los contrabandistas…su status hasta el día de hoy es: desaparecido.
Que los contrabandistas hagan zanjas para que en la oscuridad no sean percibidas y se accidenten quienes los persiguen queriendo hacer cumplir la ley, no es, sino, un crimen con premeditación y alevosía. Esto me recuerda también, cómo osaron hacer los avasalladores de tierras en Santa Cruz, cuando -una vez desalojados- enterraron postes de fierro en los campos de soya, de tal manera que cuando las cosechadoras entraron, destruyeron sus aspas. ¡Cuánta maldad!
La pelea entre el bien y el mal es desigual, pues -a diferencia de la justicia- los contrabandistas son inmisericordes a la hora de atacar, v.gr., cuando los helicópteros sobrevuelan “zonas rojas” y hallan resistencia y un artero ataque contra ellos.
Y no es que Bolivia esté plagada de contrabandistas, sino que unos pocos hacen mucho daño. Si esto es así ¿por qué no dejamos de comprar productos de contrabando, siendo que están manchados con sangre inocente?
“Para que triunfe el mal, solo es necesario que los buenos no hagan nada”, dijo el político inglés Edmund Burke, siglos atrás. ¡Cuánta razón tenía!
El autor es Economista y Magíster en Comercio Internacional.
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