Terrorismo en Francia, grave crimen contra la humanidad

El terrorismo cumplió, una vez más, uno de sus macabros propósitos: tomó a París como el centro de sus insanas operaciones al consumar actos de violencia y matanza contra centenares de personas y cuyo resultado -conocido hasta ahora- es de 153 víctimas que, por lo que significan, representan y son parte indivisible de miles de personas que conforman entornos familiares, resulta, en sus consecuencias, un grave delito en contra de toda la humanidad que debe ser sinónimo de vida, concordia, fraternidad, igualdad, libertad y, lo principal, amor, fe, esperanza y caridad.

Francia es, pese a lo que digan resentidos y acomplejados que no faltan, el centro de la civilización occidental; es, sobre todo, el grito de libertad, igualdad y fraternidad entre todos los hombres; es la representación de todo lo que anhela vivir el ser humano por muchas generaciones; Francia es, innegablemente, el acopio de ciencia, cultura en sus diversas manifestaciones; es la conjunción de valores del ser humano y cualquier sufrimiento que le llegue es parte de lo que la humanidad sufre por causa de quienes siembran terror, hambre, enfermedades, guerras, división, violencia y criminalidad porque no pueden concebir que el ser humano viva en paz, en el disfrute de los bienes que Dios le permitió crear, perfeccionar y multiplicar; bienes que son, en definitiva, medios fundamentales para hacer que la vida sea centro de todos, núcleo que represente la unidad mundial y nexo de concordia y paz.

El saldo de 153 muertes es el resultado de quienes han interpretado indebidamente el Corán -derivado de los textos bíblicos- que pregona en el mundo, desde su fundación por Mahoma en el Siglo VII de la era cristiana; el amor y la concordia entre todos los hombres creyentes en Dios que es el creador del universo, el dador de vida, fe, amor y esperanzas para todas las generaciones. Mahoma, contrariamente a los que predican su fe, con sus actos demuestran ser portadores de los males que muestran los “caballos del Apocalipsis” que sólo buscan la destrucción de la humanidad con todos sus valores.

El dolor de hoy que sufre Francia, es dolor de todos los hombres que tienen conciencia de lo que es la vida, de lo esencial que es para la convivencia entre todos, de lo importante que resulta en el día a día para el logro de una paz cierta, digna y permanente en el planeta; una paz que destierre todo motivo de discordia, resentimientos y sentimientos que sólo causan daño y dolor en el ser humano; una paz que proscriba el armamentismo y las guerras; una paz que permita que el hombre deje de ser el peor enemigo del hombre; en fin, una paz que genere para todos, sin distinción alguna, los bienes que son producto de la salud, la educación, las ciencias, la tecnología y la cultura en general, bienes que generen el bienestar de todas las generaciones porque son obra de Dios que al crear al mundo y con él a hombres y mujeres, lo hizo para que gocen de los bienes que Él puso en la Tierra y estén dispuestos para su felicidad.

El terrorismo -esta vez desencadenado en París, la capital de Francia- es uno de los males que tiene como aliados al armamentismo, las guerrillas, las guerras, las revoluciones que pretenden imponer doctrinas o ideologías que favorezcan a pocos en detrimento y perjuicio de muchos con el pretexto de cambiar estructuras que no cambian nada y que sólo complican la vida de los pueblos que reconociendo plenamente aquellas revoluciones que han implicado cambios ciertos en comunidades avasalladas por tiranos que buscaban hacer siervos y esclavos a los pueblos; pueblos que, con el propósito y la voluntad de conseguir libertad, justicia, equidad e igualdad han provocado luchas armadas hasta conseguir dignos objetivos aunque condenando siempre al terrorismo como causante de grandes males.

Son varios los caminos del terrorismo, caminos cimentados en las tiranías y dictaduras de políticos que han buscado perpetrarse en los poderes públicos; tiranías que han abusado de las arcas pertenecientes al pueblo y lo hicieron en beneficio propio o de quienes los apoyaron absolutamente sólo en defensa de intereses y conveniencias favorables a pocos. El narcotráfico es parte sustantiva del terrorismo porque busca tener hegemonía en los pueblos para dominarlos mediante las drogas, el contrabando y la corrupción absoluta de todos los valores. El terrorismo tiene también sus cimientos en los desgobiernos y en las acciones ajenas a principios y valores que tienen como cimiento a la democracia cumplida con honestidad y responsabilidad en servicio y amor de los pueblos.

Francia, cuna del grito enarbolado por todos los pueblos: libertad, igualdad y fraternidad, sufre los embates del terrorismo y lo hace compartiendo su dolor con todos los hombres amantes de la libertad, de la justicia y de todos los valores defendidos y practicados por todos los países amantes de la libertad y la democracia.

El mundo condena severamente los crímenes cometidos por fanáticos religiosos del islamismo que no trepidan en atentar contra la vida y que han encontrado, en París, un lugar propicio para demostrar su sed de sangre y dar muestras de un odio que podría tornarse muy peligroso si el mundo no lo contiene castigando severamente a los culpables y adoptando políticas preventivas. Hoy, la humanidad es solidaria con Francia y hace propios sus dolores porque se siente dolida no sólo por las recientes víctimas sino por todas las que han sufrido acciones del terrorismo.