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El día en que China anunció la política demográfica que autoriza a las parejas a tener hasta dos niños, corrió el rumor de que muchas vacas lecheras de Europa, América y Oceanía se desplomaron sobre sus pastizales, desmayadas por la impresión.
Cada año vendrían al mundo unos tres millones de bebés que se agregarían a los 17 millones anuales que han nacido bajo la política de un niño por pareja, vigente desde 1979.
Hasta ese año, el gobierno chino alentaba la natalidad con miras a atender sus requerimientos de mano de obra y avanzar en sus planes de producción y exportación. Luego percibió que no podría crecer como quería sin controlar la demanda que sofocaba planes agrícolas e industriales. Entonces impuso la norma draconiana: un solo bebé.
Con el nuevo paso chino, anunciado hace algunas semanas, los informes estadísticos muestran que está abierto el camino legal para que cerca de 90 millones de mujeres puedan tener hasta dos bebés.
Los cálculos demográficos no siempre reflejan toda la realidad. Depende de cómo se los mire. De esa enorme cantidad, la mitad tiene entre 40 y 50 años, lo que limita sus posibilidades de maternidad.
La nueva política natalicia sigue a la desaceleración de la economía. Los índices del 9-12 por ciento de crecimiento revolucionaron al mundo y generaron la exuberancia del comercio vista este siglo. Eso ya es pasado, pero aún en 6-7 por ciento, el índice de crecimiento de China es extraordinario. No lo sienten así los países cuyas exportaciones fueron frenadas. De Brasil a México, pasando por Uruguay y Bolivia, todo el continente siente la retracción.
Las implicaciones de la decisión china son de una escala más vasta que la que señalan los números y encajan en planes de largo plazo. Repercuten sobre sectores como la alimentación, la salud, la educación, la vivienda y el empleo, en una dinámica estimulante del crecimiento.
Un retorno chino a tasas demográficas más elevadas puede anticipar una mayor demanda de materias primas y productos agrícolas, pero las estadísticas también llaman al realismo. Eso no ocurrirá de golpe.
Dicen los estudiosos que pasarán siquiera 15 años para que sea manifiesto el efecto de la mayor presión demográfica. Para entonces, es probable que India haya tomado la bandera de país más poblado del mundo (1.374 millones vs 1.310 millones este año, de acuerdo con datos de Naciones Unidas). El ritmo demográfico de India es más del doble del chino y pronto tomará la delantera. Esa es una señal a la que la diplomacia de todo el mundo trata de prestar atención máxima. Las vacas también, pues con el crecimiento de la India es probable que en pocos años sufran un desmayo mayor.
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