Ante los intentos fracasados para la explotación de hierro del Mutún tanto con la empresa hindú Jindal como con la Empresa del Mutún dependiente de Comibol, el Gobierno anuncia la puesta en práctica de un “proyecto integral”, pero sin dar mayores detalles sobre lo que será dicho plan.
El Mutún, conjuntamente los yacimientos de Changolla, es la gran reserva de hierro del país; su explotación permitiría contar con todo el fierro que precisa el país no sólo para la construcción de vías de comunicación sino para la industria de la construcción en general; pero la verdad es que jamás se encaró con la debida seriedad este caso y lo poco que se hizo fue con la adjudicación a la Jindal la labor de explotar esos yacimientos.
Lamentablemente, la Jindal no pudo llevar a cabo los proyectos que tenía, en primer lugar porque no había definición sobre las áreas colindantes al sector que explotaría para la instalación de la infraestructura y, en segundo término, que resultó el decisivo, por la falta de gas para las labores de explotación misma y la conclusión en fierro de la explotación del hierro.
Conforme a los contratos, Jindal debió contar con 10 millones de pies cúbicos de gas diarios; pero como la explotación del gas no alcanza más que para cubrir las exportaciones al Brasil y la Argentina y el consumo interno, no pudo satisfacerse la entrega para el Mutún. Otro tanto ocurrió con la Empresa del Mutún dependiente de Comibol que no pudo seguir operaciones hasta quedar cerradas sus instalaciones y tan sólo con el personal que las cuide.
La Jindal, conforme a los contratos, demandó que el Gobierno le abone las respectivas indemnizaciones a más de la devolución de los importes invertidos con miras, casi seguras, de que podía explotar el hierro de la zona adjudicada. Al no contar con el gas, se le ofreció un total de 6 millones de pies cúbicos pero que no alcanzaron para todo el plan que tenía la empresa hindú; consecuentemente, todo quedó en nada y la Jindal instauró un juicio ante un tribunal arbitral para lograr resarcimientos que exige por los perjuicios sufridos.
Ahora, el Gobierno ofrece poner en práctica un “proyecto integral”, pero surge inmediatamente la pregunta: cualquier proyecto que se piense poner en práctica necesitará de energía y, al no haber gas, ¿cómo funcionaría la fundición de hierro? Hay pues urgencia de establecer realidades porque tan solo con el anuncio de una especie de consuelo con el proyecto integral, no se satisface las expectativas de la colectividad que necesita que, finalmente, haya seriedad en el caso del Mutún con la provisión de la energía que necesita para sus operaciones. El Mutún tiene que ser una realidad y no un anuncio demagógico destinado al fracaso.
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