Atraso cambiario: hacia una situación límite

Carlos Mejía Soto

La conclusión del súper ciclo de las materias primas, explicado, principalmente, por el enfriamiento de la economía china y la conclusión de la política de flexibilización cuantitativa aplicada por los EEUU, que da fin al dólar barato, ha generado la reducción generalizada, e importante, de los precios de las materias primas.

Dicha situación ha constituido un duro golpe a la economía de los países exportadores, como el nuestro, que han experimentado una drástica reducción del ingreso de divisas, los cuales, con excepción de Bolivia, se han visto obligados a devaluar sus respectivas monedas a fin de asegurar el equilibrio externo en el mediano y largo plazo, sobresaliendo en nuestra región, por su magnitud, Brasil y Colombia.

Ecuador confronta una situación similar a Bolivia, donde sus productores se ven muy afectados por la brecha de competitividad que implica las devaluaciones de sus vecinos, especialmente, ya que al haber adoptado, hace cierto tiempo, el dólar como moneda de curso legal, obviamente no puede devaluar y acude a mecanismos paraarancelarios y no arancelarios para contener los flujos comerciales provenientes de los países vecinos, principalmente. Obviamente, el déficit comercial contribuye a agravar la crisis económica que confronta dicho país.

En nuestro país, después de 11 años de superávits, se registra un déficit comercial, al tercer trimestre de 2015, de 247 millones de dólares, sin contar reexportaciones y efectos personales, pudiendo llegar a aprox. 330 millones de dólares a fin año. Dicho déficit es producto de una reducción en las exportaciones del 33%, mientras que las importaciones se redujeron solo en 8%.

Obviamente, de haberse producido una devaluación el déficit comercial hubiese sido menor, pero el Gobierno, por encontrarse en campaña permanente, privilegia la política a la economía, acudiendo, para estos efectos, al expediente fácil, pero eventualmente peligroso, del financiamiento externo, máxime si éste se destina a inversiones de dudosa rentabilidad y con muy alto grado de opacidad.

Naturalmente, esta situación ha afectado notablemente a los sectores productivos de nuestro país, que ven cómo el atraso cambiario restringe las exportaciones y alienta las importaciones legales e ilegales, las mismas que constituyen una competencia desleal.

Ante el peligroso auge del contrabando, y los constantes reclamos de los productores afectados exigiendo mayor control, la Aduana anuncia la ejecución de operativos, inclusive nocturnos, con el apoyo de helicópteros, pero dada la mala reputación y escasa credibilidad de dicho organismo oficial, los beneficios serán, principalmente, para los funcionarios encargados del control y los costos los asumirá el país. En resumen, mientras no se corrija el atraso cambiario la situación no cambiará, y los flujos de comercio provenientes de los países fronterizos, especialmente, continuarán sino se incrementan.

Como si no fuese suficiente, nuestros sectores productivos y exportadores tendrán que encarar dos eventos externos, que pueden considerarse trascendentales ya que podrían conspirar contra su propia supervivencia, como ser:

a) El anuncio de la Reserva Federal de los EEUU sobre la inminente elevación de los tipos de interés, prevista para el mes de diciembre, ha determinado una inmediata revalorización del dólar norteamericano frente a las demás monedas, y, simultáneamente, aunque parezca paradójico, del boliviano por estar, hace cierto tiempo, con un cambio fijo. En otras palabras, Bolivia no sólo no devalúa, como los demás países afectados, sino que revalúa su moneda, generando una brecha de competitividad mayor, que frena las exportaciones e incentiva, aún más, la elevada propensión a importar de nuestro país.

b) El próximo cambio de gobierno en la Argentina, donde los dos candidatos han anunciado la devaluación del Peso y la eliminación progresiva de las retenciones a las exportaciones. Ambas medidas significarán una mejora notable de la competitividad de sus productos y constituirán un gran estímulo a sus exportaciones, por lo que se puede prever un incremento notable de los flujos comerciales, legales e ilegales, destinados a nuestro país, en detrimento de la producción nacional.

Por lo anteriormente expuesto, podemos concluir que de mantenerse el atraso cambiario, que obedece principalmente a criterios políticos, la situación podría ser agravada por una mayor apreciación del dólar y una posible avalancha de productos argentinos provocada por las medidas anunciadas por el nuevo gobierno, generando condiciones insostenibles para los diferentes sectores productivos nacionales que se verán en franca desventaja para competir. Asimismo, los sectores exportadores se verán notablemente perjudicados por la brecha de competitividad generada por las devaluaciones de los países de destino, y muchas empresas perderán sus nichos de mercado, tan difíciles de consolidar.

Obviamente, el resultado será la destrucción progresiva de empleo productivo, ya que las empresas afectadas al reducir paulatina, cuando no totalmente, su producción, generarán desocupados que alimentarán el sector informal, desde ya, bastante desproporcionado.

El autor es economista.

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