Se ha hecho una costumbre que las épocas de crisis económica argentina rebotan sobre nuestro país por el excesivo acumulo de deudas que tiene con nosotros; lo grave es que, generalmente, se convence a nuestros gobiernos con promesas de “pagar como sea y con lo que sea”; así, se ha recibido los carritos “Hane” (años 80) cuyo costo fue de muchos millones de dólares, pero lo grave es que esos carritos, por ordinarios, mal fabricados, usados en su mayor parte, no sirvieron en nuestro país y, como chatarra, se los archivó en alguna región del altiplano o parte de ellos ni siquiera ingresó al país.
Otro ejemplo típico fue también la entrega de “maquinaria agrícola” que tampoco sirvió; así, habría muchos ejemplos que muestran, por un lado la viveza de los negociadores argentinos y por otra la ingenuidad e irresponsabilidad de autoridades bolivianas que permitieron la “tomadura de pelo”. Ahora, lamentablemente, parece que ocurrirá lo mismo debido al “default” o moratoria que sufre ese país. La Argentina estaría en espera de que Bolivia le cumpla con la entrega de 27,7 millones de m3d comprometidos originalmente y que para ello construiría un gasoducto, cuyo costo es de varios centenares de millones de dólares y que, por la crisis, no podrá cumplirse; por otro lado, la Argentina, al no confiar en las posibles reservas de gas de Bolivia, habría desestimado la construcción del gasoducto. Finalmente, dados los precios del gas, tampoco hay atractivo alguno para completar la cuota de 27,7 millones de m3d.
Lo extraño es que si Argentina quiere que se le cumpla con la venta de 10 millones más de m3d, que no podría pagarlos, su exigencia daría lugar a que se nos cobre los importes del precio del gas no entregado y, además, una multa del 15%. Argentina, pues, juega a lo seguro; pero, como contrapartida, nos debe muchos miles de millones de dólares por las ventas de gas y hace tiempo, repitiendo viejas hazañas, se nos ofreció pagarnos con maquinaria agrícola, oferta que tampoco se concretó.
Lo grave de esta situación es que no existe claridad en los negocios con el país hermano que, se entiende, debería actuar con mayor responsabilidad con Bolivia; pero tal vez porque sabe que no hay informes precisos sobre las ventas de gas y menos sobre pagos que estarían en moratoria, hay una especie de regocijo en esperar de ver qué se hace. El misterio de las cuentas con la Argentina debe terminar, especialmente porque habrá un nuevo gobierno que no “se lave las manos en relación con los negocios con Bolivia” por tratarse, además, de negocios al estilo “kirchnerismo”.
Es, pues, el Gobierno el que debe informar debidamente sobre este caso que es preocupante; saber verdades será bueno no sólo para nosotros los bolivianos sino por interés de las propias autoridades argentinas.
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