Punto aparte
La economía tiene algunas formas normales y creativas para lograr su crecimiento, cuando logra una cierta estabilidad. Es obvio que las primeras tienen que ser estimuladas para que sigan dando buenos resultados. En cambio, en las otras se requiere tener más cuidado, de manera que no se tornen en fugaces.
En la actualidad, la economía boliviana tiene, efectivamente, estabilidad, lo que es merecedor de reconocimiento. Sin embargo, tampoco es motivo para cruzarse de brazos y poner sólo el indicador como factor determinante para ello.
Ese factor es la demanda, o para mejor comprensión de los lectores, el crecimiento del consumo. De acuerdo con las cifras oficiales, la demanda está aportando con el 60% al crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB).
Por lógica elemental, es excelente que esto suceda. Porque las sociedades cuando tienen capacidad para aumentar su consumo, es posible concluir que las condiciones generales de sus economías están funcionando bien o muy bien.
Y si esto sucede, es un ponderable acontecimiento. Porque el mayor anhelo y lo que siempre proponen los partidos que aspiran administrar sus países, es lograr el bienestar de sus poblaciones.
El crecimiento del consumo permite a las familias cubrir con mejores posibilidades sus necesidades y, mejor aún, si consiguen el mejoramiento total de sus condiciones de vida.
La demanda, empero, tiene que crecer sobre bases sólidas y permanentes, para que no resulten, como se dice popularmente, “pan para un día y hambre para mañana”.
Esto puede ocurrir cuando la demanda es sostenida de forma artificial, o sea forzada, sin el suficiente respaldo de permanencia y sostenibilidad.
La última decisión oficial, de aumentar el Presupuesto de Inversiones, cuando virtualmente estamos terminando el año, induce a presunciones. Que sería otro elemento más que pone en acción el gobierno con finalidades políticas.
Esto es, que sirva de publicidad la realización de mayor número de obras fiscales, para que el electorado vea como favorable la nueva reelección que pretende el binomio presidencial, con el referéndum nacional de 21 de febrero próximo.
Es sabido que cuanto más dinero circula en el país, la demanda persiste y se refleja en el crecimiento. En otras palabras, mientras haya más consumo, la economía sigue siendo buena, a pesar de que este año tendrá la merma de ingresos por exportaciones de gas naturales y minerales, a raíz de la caída de los precios en los mercados internacionales.
Entonces, lo que se puede estar haciendo, con una mayor inversión fiscal, es poner bajo la alfombra la caída en los ingresos, para hacer suponer que la economía nacional sigue con viento en popa, cuando en realidad no es así, desde el momento que este año tendrá un menor ingreso por exportaciones, traducido en más del 30%, con respecto al del pasado año.
Al aumentar la inversión pública se puede estar apelando a las reservas internacionales, lo cual ha servido ya para otros fines y, ahora, para impulsar más aún el triunfo del SÍ en el referéndum de febrero. En estas condiciones, es una ficción pretender mantener el crecimiento de la demanda, porque no tiene el sustento real; es decir, que el Estado está con mayores ingresos y que por tanto puede seguir invirtiendo más, cuando la realidad es completamente distinta.
Cabe reiterar que lo mejor que puede suceder a favor de los bolivianos es que tengan más capacidad de compra, pero que esto no sea inconsistente en el tiempo. ¡Cuidado con las medidas engañosas para fines estrictamente políticos!
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