Buscando la verdad
Los cruentos embates terroristas con bombas y metralla en París han sacudido los corazones en todo Occidente. Los ataques perpetrados en la capital francesa el 13 de noviembre de 2015 cobraron la vida de más de un centenar de inocentes y la reivindicación por miembros del Estado Islámico como autores, raya en la más absurda locura y claro desvarío de estos degenerados.
A las matanzas que iban perpetrando vez tras vez, registrando macabros degollamientos de extranjeros que caían en su poder, se suma la denuncia de vergonzosas violaciones de mujeres y el genocidio en una suerte de “limpieza religiosa”.
En lo personal, me ha causado indignación un video donde un “soldado” del Estado Islámico asesina a un hombre atado de pies y manos bombardeándolo desde pocos metros con una tanqueta de guerra. Semejante accionar de quienes diciéndose religiosos perpetran tal carnicería, solo se puede entender porque su mente está tomada por el mal.
Que una persona esté dispuesta a agredir -a matar- a otras personas para imponer un ideal, una creencia o una ideología, es execrable y resulta inaceptable, pues bajo tal lógica el mundo acabaría siendo gobernado por el más fuerte y dañino, por el más perverso y malvado. Si el terror, la zozobra, el mal y el odio son lo opuesto del sosiego, la paz, el bien y el amor, cabe preguntar: ¿quién es ese dios en el que dicen creer, que les impele a destruir vidas humanas de la forma más cobarde y grotesca posible, sin importar el dolor que causan a las familias que resultan afectadas?
Cuando un líder tiene en poco al ser humano como el sujeto más importante de la creación, ese liderazgo es tóxico, maligno y no sirve. No sirve, porque un idílico final nunca justificará la agresión alevosa, artera y maléfica para conseguirlo.
La proliferación de acciones terroristas, todo lo que está pasando en Siria y lo que aún pasará en otras latitudes -no sé si lo creerá o no- todo lo que se está viendo y que aún se verá y que traerá más dolor, está escrito hace siglos en la Palabra de Dios.
Vendrán tiempos más difíciles aún pues el mal aumentará, el amor de muchos se enfriará y el dolor crecerá sobremanera. Se escucha repetidamente del inicio de una Tercera Guerra Mundial, pero pocos advierten que vivimos en una guerra, entre el bien y el mal.
No sé si es verdad que la canciller alemana Ángela Merkel haya dicho que “Europa debe volver a Dios y a la Biblia” ante la amenaza de la islamización de Europa, pero sí sé esto: que si el mundo no lo hace, sufrirá más.
El autor es Pastor y Anciano en el Centro Cristiano Evangélico “Casa de Oración”.
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