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El cardenal Julio Terrazas libra desde hace meses una lucha tenaz contra los ataques a su salud. Ha conseguido atrincherarse y ofrecer una resistencia que estos días sorprende a quienes están a su lado y ofrece una lección recia contra la adversidad.
Reparaciones coronarias, un cuarto de la capacidad de bombeo de un corazón que lidia con la compañía de la diabetes y afecciones renales y digestivas, son gigantes los desafíos del Cardenal vallegrandino que a los 21 años fue ordenado sacerdote redentorista.
La alarma por su salud eclipsó los comentarios sobre los cambios que empiezan a recorrer el continente. Se daba Ud. la semana pasada una vuelta por la Mons, Rivero, el boulevard más concurrido de Santa Cruz, y escuchaba comentar más sobre la salud del Cardenal y su historia que sobre los desplazamientos políticos en el hemisferio.
Herland Vaca Díez, el nefrólogo prominente que preside los esfuerzos médicos para ayudar al purpurado, contó con sobriedad, durante un brevísimo café, que ese mismo día toda la residencia solo hablaba de una sorpresa grata. Pidió pasear en su silla de ruedas por el jardín, de un verde radiante en la mañana todavía fresca. En las horas siguientes tuvo una recuperación progresiva. “Le estreché la mano y sentí el apretón vigoroso que siempre tuvo”, nos dijo el médico.
Un día después, el galeno tranquilizó a muchos cuando desmintió versiones irresponsables que decían que el cardenal había fallecido. “No es verdad. Al contrario, ha mejorado”, dijo por teléfono, riendo de la maledicencia e imprecisiones que suelen permear las redes sociales.
A comienzos de este año, la salud del cardenal no ofrecía motivos de alarma. Decayó semanas antes de la llegada a Bolivia del Papa Francisco, Mario Jorge Bergoglio, con quien trabó una fuerte amistad cuando estudiaba filosofía y teología en Córdoba, Argentina.
En sus años de estudio en Lille compartió lecturas y nostalgias con un boliviano ilustre que en esa ciudad francesa asistía a cursos universitarios de periodismo: Pedro Shimose, el poeta laureado riberalteño. Ambos recuerdan esos tiempos con afecto mutuo.
La ansiedad nacional que ha despertado la salud del cardenal contrasta con el deseo que reiteradas veces han expresado autoridades del primer círculo gubernamental: que se restrinja solo a las almas. Con su prédica por una justicia, solidaridad y honestidad bien entendidas, un “cieloteniente” como Julio Terrazas ha sido una voz incómoda constante para los “podertenientes” de todas partes.
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