Lo esotérico y el continuismo político

El triunfo de Mauricio Macri en la Argentina dio lugar a una serie de comentarios –no siempre amistosos- en las esferas del Palacio Quemado, y entre ellos destaca que la derrota del kirchnerismo se generó porque no terció en persona la ex presidenta Cristina Fernández. Por asociación de ideas esto implica que el 21 de febrero de 2016 se impondrá el Sí, al estar en juego la figura de Evo Morales.

El vicepresidente creyó tocar el firmamento con los dedos discursando que si el líder del MAS no fuera reelecto “el sol dejaría de brillar y la luna huiría”. Basta también esto para ponernos ante un mesianismo redivivo, en pleno Siglo XXI.

Pero es más, poco antes, en una entrevista televisiva el canciller, muy suelto de cuerpo, dijo que “hubo una señal en el cielo…” el día que nació Evo Morales. Si lo dicho puede pasar casi desapercibido para el ciudadano común y corriente no debe ocurrir lo mismo en las filas del MAS y en el entorno de los “movimientos sociales”, porque lo afirma no sólo un prominente miembro –David Choquehuanca-, personaje esotérico al interior de la tienda política oficialista, a quien se le arrienda los efluvios cósmicos de los achachilas del Ande.

Estamos pues frente a los iluminados, predestinados a destinos superiores, teosofía que nos trae al recuerdo el surgimiento de los “raros grandes espíritus” que proclamaba el nacionalsocialismo alemán.

Hasta donde sabemos no hay un Oráculo de Delfos moderno como el de la antigua Grecia, Oráculo al cual se atribuía la revelación de verdades absolutas. No habiendo esta deidad, tampoco podemos deducir dónde nace semejante predicción, ni los remotos arcanos que pudieran inspirarla.

Son muchos los movimientos políticos trashumantes en la historia que han recurrido a lo místico y misterioso para aupar su incursión hacia sus objetivos políticos. Lo curioso es que más de un pueblo concernido les prestó oídos y crédito, sin vislumbrar los excesos de una fe inventada y cuyo final no fue precisamente feliz. En el fondo el menor análisis objetivo demuestra que más allá de la retórica, se trata de recursos, estrategias, espejismos, para encandilar a las masas y convertirlas en materia dúctil para fines de hegemonía y poder.

Parece que después de haber agotado algunos paradigmas del indianismo, llegó la hora de predicar el mesianismo y la glorificación del líder, del insustituible, en un intento de sondear hasta dónde pueda cuajar colectivamente una dudosa consolidación del Sí y, con ello, sumar -por ahora- 20 años al frente del Gobierno.