No hay duda de que la novela de Alison Spedding titulada Catre de fierro (La Paz: Plural 2015) despierta un gran interés histórico y sociológico. Como un tejido de telaraña se entrecruzan varias temáticas, desarrolladas anteriormente en otros libros de la misma autora. Spedding acertadamente escoge un aparapita como el personaje central y elige el Mercado Rodríguez de La Paz y también el mes de agosto; articulación coherente de tiempo y espacio en el ciclo religioso andino. Pero también nos introduce a la problemática de la inmigración: de Inquisivi al corazón de La Paz, a la médula del problema. La construcción social de la que está hecha esta ciudad es similar al tejido social que se sostiene en la religiosidad andina.
Del Mercado Rodríguez pasamos a la avenida 20 de Octubre, del aparapita a los ingenieros, pero entrelazados por la secuencia mística. Spedding construye personajes ficticios que describen una cruda realidad. De la oscuridad salen a luz prácticas tenebrosas que elegantemente llamamos misticismo porque va más allá de nuestras construcciones racionales, pero sin embargo son prácticas usuales no solo en uno, sino en muchos estratos de nuestra sociedad.
Esta novela combina el trabajo de campo antropológico con la ficción. Por esta razón Spedding elabora un personaje que encarna esta representación de la observación empírica. El personaje llamado Nemesio refleja los deseos y los anhelos de un inmigrante para perderse en distintos sentidos en las calles del Mercado Rodríguez, Sopocachi y la Ceja de El Alto, sumergiéndose en la codicia y la mera supervivencia sin importarle los medios para llegar a un fin. Encarna el sujeto moderno expulsado de un mundo seguro y comunitario, porque la novela nos muestra que ese mundo lamentablemente ya no existe ni siquiera en el ámbito rural. Entonces el protagonista se encuentra envuelto en lo más frío y cruel de esta ciudad; los marginados, los nadie, los que ya ni siquiera tienen el derecho a la vida.
Una perturbadora curiosidad y hasta morbosidad nos lleva a interpelar la razón encubierta en Catre de fierro. ¿Será la esencia de lo que somos? ¿La constitución de lo andino? Intuiciones inciertas nos llevan a desenvolver esta telaraña. La novela aborda las miserias humanas que también existen en el mundo rural. Un notable mérito de esta obra es mostrar los vínculos cada vez más estrechos y más problemáticos entre la esfera agraria y el mundo urbano: la sobreposición de dos ámbitos y el triunfo de lo cuantitativo sobre lo cualitativo. Cuando de dinero se trata no hay límites, no importa si se es urbano o provinciano.
Magistralmente los personajes son puestos en escena para representar una mirada del presente desde el pasado. Entonces empezamos a comprender la urbe con orígenes rurales, haciéndonos recuerdo que la constitución de las grandes ciudades emerge de un origen agrario rural y que ni siquiera los hacendados se salvan de ese origen. La novela contiene severas críticas a prácticas incestuosas. Podemos percibir un movimiento histórico singular, relacionado a la hacienda, lo que nos permite retroceder en la historia hasta mucho antes de la Revolución del 52 y la Reforma Agraria. Los personajes nunca se reconocen entre sí, pese a que todo gira en torno a la misma familia. Así se consolidan los complejos, traumas y rencores que se arrastra de décadas y hasta siglos anteriores. También podemos comprender el origen del narcotráfico consolidado en el contexto del Chapare y sobre todo el origen de los grandes capitales que hoy rotan en el comercio de línea blanca y el contrabando.
Es interesante cómo la estructura familiar con sus conflictos individuales y privados refleja los diversos procesos sociohistóricos, políticos y económicos en el país, desplegando y articulando las distintas lecturas que se han realizado hasta el momento en el país por las ciencias sociales. Novela compleja pero a la vez de forma sencilla nos muestra problemas de género que nos permite reflexionar irónicamente sobre posiciones aparentemente feministas, pero que de igual modo reproducen y consolidan prácticas patrilineales.
El gran logro de Spedding es llevar los resultados de sus estudios de campo a una construcción crítica entre realidad y ficción. Al final la realidad, así sea exagerada como instrumento literario, nos permite tomar conciencia de acontecimientos acaecidos en el país y la comprensión de que todo está en movimiento.
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