Es la fiesta de la alegría, de la paz y de la concordia. De la reconciliación entre los miembros de la familia y de los amigos a quienes ofendimos alguna vez. Nos recuerda el nacimiento del más grande y bueno de los hombres, el que, siendo un Dios todopoderoso, quiso revestirse de mortal ropaje para enseñarles a los hombres a ser bondadosos, caritativos, cordiales y tolerantes.
Vino al mundo en un mísero pesebre y fue el más sabio de los mortales. Para Él todos los hombres fueron y son iguales; para las faltas de todos siempre hubo en sus labios una palabra de indulgencia. Los que pecaron fueron por Él perdonados.
En los niños tuvo y tiene sus más fieles amigos; los quiso siempre a su lado; eternamente los bendijo con su divina mano.
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