[Armando Mariaca]

Navidad síntesis de amor, paz y caridad


El recuerdo del nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios y Salvador del mundo, debería ser el principio de liberación del ser humano de todo lo malo que padece, la esperanza de que terminen las guerras y los enfrentamientos, el final de odios y complejos que aniquilan el espíritu de quienes tienen poderes políticos y económicos y que, cegados por sus ambiciones, sus complejos y deseos hegemónicos no trepidan en sembrar más discordia y desunión en pueblos y naciones.

Cuando se compara las navidades vividas del pasado, son comprobación de vidas y propósitos ya experimentados pero no cumplidos porque en cada Navidad los propósitos siempre son semejantes porque el hombre, falible por principio y egoísta por instinto, no quiere ver su entorno y rehúye corregir lo mal que hizo y tampoco se preocupa por mejorar lo bien hecho y no le importa cambiar conductas porque implicaría cambio de conciencia con la adopción de virtudes que se hagan valores.

Navidad es, inclusive para los pueblos no cristianos tiempo para anhelar y conseguir unidad, paz, amor y comprensión, tiempo en que se debe examinar la vida del reciente pasado y se haga propósitos para el futuro. Navidad es el inicio de lo que debería y podría ser el mañana: búsqueda de paz en la propia conciencia, propósito de amar y comprender a los demás, hora de practicar valores y principios con quienes nos rodean, tiempo de actuar en concordancia con lo que dicta la conciencia y que no acepta hacer el mal sino practicar el bien para comprender y sentir los derechos de los demás.

Políticos, gobernantes y gobernados, entidades e instituciones que poseen poder, están obligados a obrar en consonancia con las leyes que son el resumen de virtudes y valores del ser humano; no pueden ni deben continuar con acciones y conductas que impliquen desconocer los derechos ajenos. Quienes tienen poder político y se hallan obnubilados por el poder de tener todo y disponer de la vida de un país, deben reflexionar sobre su conducta y haciendo un balance de lo mal que han hecho, cambiar con miras a buscar enmiendas.

Esta Navidad es, prácticamente, el corolario de un año en que las dificultades han abrumado al país por la baja de precios del petróleo, minerales y materias primas en el mercado internacional, hechos que exigen políticas austeras y prudentes y que comparativamente con los previos cuatro años, cambian mucho las posibilidades.

Los propósitos de esta Navidad, al margen de los deseos de amor, paz y unidad entre los bolivianos, deben ser la asunción de propósitos en que el bien común debe tener primacía sobre cualquier otro interés y, consiguientemente, las políticas del gobierno deben cambiar de rutas; es decir, actuar con caridad y nobleza por el país, con amor y vocación de servicio abandonando las soberbias, los odios y los complejos que tanto daño hacen y que, innegablemente, más temprano que tarde, le afectarán al propio gobierno.

Hay urgencia de sentir y actuar con los valores navideños que son la búsqueda de mejores condiciones de vida superando los problemas y observando conductas acordes con la verdad que busca caminos despejados de intereses creados y actitudes mezquinas que buscan sólo el bien de quienes poseen el poder político.

Los mensajes de Navidad son propicios para quienes incursionan en política partidista y, desde la llamada oposición, obren con la sindéresis y responsabilidad que requieren las circunstancias pensando y buscando las mejores soluciones para los problemas a enfrentar, remedios que deben enmarcarse en los intereses de todo el país con abstracción de los intereses personales y de grupo.

La Navidad es propicia para encontrar los caminos de unidad, paz y concordia entre todos; es tiempo de perdón y reconciliación, es hora de olvidar resquemores, resentimientos y odios que lastiman los sentimientos y la dignidad de la mayoría nacional que no siempre siente y piensa como los que poseen los poderes del Estado. Dios ve los corazones y actúa conforme a los sentimientos e intenciones que albergan, otorgando Sus bendiciones.

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