II
Seguramente se deberá plantear que las fábricas del mundo utilicen otras fuentes de energía, abandonando los combustibles fósiles, como el carbón, diésel y otros altamente contaminantes.
Por otra parte, se puede planificar el tratamiento de las emisiones de gases emitidos antes de que tomen contacto con la atmósfera terrestre, utilizando catalizadores adecuados o burbujeando los gases en líquidos adecuados para lograr la precipitación del carbono, nitrógeno, azufre y otros. Aquí debemos mencionar el fraude instalado en los vehículos Volkswagen, lo cual ocasionó un escándalo en 2015.
No ha faltado alguien que ha ofrecido un premio de unos cuantos millones de dólares a quien descubra la manera de retirar el dióxido de carbono de la atmósfera, sin que hasta el momento se hayan presentado proyectos factibles a ser instalados a escala planetaria. Debería plantearse la utilización de energías alternativas limpias, como gas, eólica, solar, así como la promoción de diferentes proyectos que impulsen la aparición de vehículos híbridos y eléctricos, los cuales seguramente usarían baterías a litio.
Asimismo se debe proponer la disminución de las talas indiscriminadas de los bosques (carretera por el Tipnis); también se debe promover el incentivo a la reforestación planetaria; claro que todos los gastos deberán ser cancelados por las fábricas contaminantes. En relación con los costos para el combate del “cambio climático”, han aparecido términos como “deuda ecológica”, “deuda histórica”, “cheques verdes”, etc.
En Bolivia, en los últimos años se ha visto la conciencia de la población al disminuir en un porcentaje considerable, por ejemplo, las fogatas de San Juan. Por otra parte se ha observado una disminución en los “chaqueos” (quemas) indiscriminados. Se debe hacer una evaluación para ver si la tala indiscriminada de los bosques ha disminuido, así como si la frontera agrícola continúa avanzando (cultivos de soya, caña, coca y otros) en desmedro de los bosques de la Amazonia boliviana. Los proyectos de reforestación deben continuar, aunque durante décadas y hasta el momento han sido otro “saludo a la bandera”.
Solo quedó como una broma pesada el reglamento que decía “por cada árbol talado, se debe poner 3 plantines”. Los plantines se los colocaba en época seca y morían. O con el tiempo las malezas, como no se deshierbaba, cubrían los plantines y los mataban. Asimismo el plantín necesitaba siquiera 80 años para llegar a ser un gran árbol. En fin, todo llegó a ser muy utópico, nada práctico, fruto de todo esto los bosques de la Amazonia boliviana han disminuido con el tiempo, debido al avance de la frontera agropecuaria.
Se debe plantear proyectos de construcción de represas para acumular agua para épocas de secas. Se debe ver la manera de “secuestrar el líquido elemento” para combatir las sequías e inundaciones.
Se debe trabajar más en la realización de proyectos con los “cheques verdes”, dinero a manera de indemnización dada por las fábricas contaminantes, utilizados para la construcción de proyectos ecológicos como la instalación de albergues ecoturísticos y otros, ya que “Bolivia cuida sus bosques” (“inmovilizando económicamente” recursos naturales como los “bosques” y el “suelo”), en desmedro de la economía de los lugareños, ya que fácil sería talar (cortar) los bosques y vender la madera a buen precio (con el efecto multiplicador respectivo en la generación de empleos), posteriormente habilitar los terrenos para sembrar cultivos (soya, caña, coca, arroz), pastos y criar ganado vacuno, creando de esta manera empresas forestales, agropecuarias e industriales gigantescas (por ejemplo el Ingenio Azucarero de San Buenaventura), obteniendo de esta manera ingentes cantidades de dinero en ganancias, generando empleo y bienestar social.
Claro está que de esta manera se contribuiría también de sobremanera al “calentamiento global” y actuaríamos como muchos países desarrollados, con un “no me importismo” ante el “cambio climático”, solo cuidando la billetera y sellando el destino negro de la humanidad.
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