Punto aparte
Después de 12 años, Bolivia tendrá en 2015 déficit en el intercambio comercial. El cálculo provisional indica que ascendería a 700 millones de dólares. Sin duda, es un dato preocupante, porque indica que el país está importando más de lo que exporta.
Este resultado es indicativo de que desde 1999, Bolivia no ha logrado producir por lo menos un producto más de exportación. En ese año empezó la producción de gas natural, como efecto del programa de Capitalización que aplicó el ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, en 1996.
Corresponde anotar, entonces, que de no haberse adoptado esta medida, actualmente el país seguiría exportando sólo minerales. Menos mal que a estos se sumaron los productos no tradicionales, constituidos por productos agrícolas de Santa Cruz y manufacturas textiles, principalmente, provenientes de Cochabamba y La Paz.
En toda gestión gubernamental, que se propone desarrollar al país, con una economía sostenible, la primera tarea a imponerse debería ser impulsar la producción que pueda ser exportable, tanto por su desarrollo interno como por la posibilidad de contar con mercados externos.
En los últimos 10 años no se procedió de esta manera, por lo que al presente el país está limitado a exportar gas natural, minerales y productos no tradicionales (agrícolas y manufactureros, aunque todavía en pequeña escala).
Puede pensarse, consiguientemente, en seguir impulsando la producción de estos dos rubros, de manera que crezcan, para que de esa manera la exportación nacional no se reduzca a productos extractivos que, como bien se sabe, son agotables.
Empero, lo ideal sería incorporar a la exportación a sectores industriales que pueden colocarse a este nivel, siempre que obtengan el apoyo fiscal, tanto en el crecimiento de instalaciones como en la diversificación de los productos que, sin embargo, siempre tienen que estar asociados con la disponibilidad de los mercados externos necesarios.
El calendario indica que estamos a pocos días de iniciar un nuevo año, lo cual se presta también para dar comienzo a programas de desarrollo que no se reduzcan únicamente al mercado interno, sino que la intencionalidad tiene que estar dirigida a la exportación.
Este cambio de acciones se hace más imperativo, en vista de que los ingresos por exportaciones se han reducido en más del 30 por ciento en el año que termina, con la perspectiva de que la declinación de la economía nacional persista hacia futuro, de acuerdo con informes de organismos internacionales dedicados al estudio de los temas económicos y financieros.
La actual gestión gubernamental tiene la responsabilidad de imprimir nuevos rumbos a la economía, puesto que es el sector que determina el crecimiento o el atraso del país.
De ello depende la persistencia en la reducción de la pobreza, pero, además, dotar de mayores recursos financieros a los sectores de la educación y salud, pues en todo país que se propone crecer y tener una población competente, estos sectores son fundamentales para contar con un desarrollo constante.
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