La enfermedad fue mermando el cuerpo de Simón Bolívar, aunque no aún su intelecto, es así que el 10 de diciembre en Santa Marta en casa de verano de don Joaquín de Mier, otorga su testamento.
Bolívar poco poseía, la espada del Mariscal Sucre, la Medalla del Congreso de Bolivia, y algunos libros que pertenecieron al emperador Napoleón, unas tierras y minas de Aroa, último vestigio de la riqueza que tuvo.
En su despedida a la Gran Colombia destaca: “He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro, yo los perdono”, todo esto en aras de la unión de las repúblicas.
Testamento de su Excelencia el Libertador General Simón Bolívar:
“En el nombre de Dios todo poderoso Amén. Yo, Simón Bolívar, Libertador de la República de Colombia, natural de la ciudad de Caracas, en el Departamento de Venezuela, hijo legítimo de los Sres. Juan Vicente Bolívar y María Concepción Palacios, difuntos , vecinos que fueron de esta ciudad...”.
“Como católico, fiel cristiano para estar prevenido, cuando la mía llegue con disposición testamental, bajo la invocación divina, hago, otorgo y ordeno mi Testamento en la forma siguiente:
1º Primeramente encomiendo mi alma a Dios nuestro Señor que de la nada la crio, y el cuerpo a la tierra del que fui formado, dejando a disposición de mis albaceas el funeral y entierro, y el pago de las mandas que sean necesarias para obras pías, y estén prevenidos por el Gobierno.
2º Declaro fui casado legalmente con la Sra. Teresa Toro, difunta, en cuyo matrimonio no tuvimos hijo alguno.
4º Declaro que no poseo otros más que las Tierras y Minas de Aroa, en la provincia de Carabobo y unas alhajas que están en el inventario que debe hallarse entre mis papeles, las cuales existen en poder del Señor Juan de Francisco Martin, vecino de Cartagena.
6º Es mi voluntad que la medalla que me presentó el Congreso de Bolivia a nombre de aquel pueblo, se le devuelva como se lo ofrecí, en prueba del verdadero afecto, que aun en mis últimos momentos conservo a aquella República.
7º Es mi voluntad que las dos obras que me regaló mi amigo el Señor General Wilson, y que pertenecieron antes a la biblioteca de Napoleón, tituladas el Contrato Social de Rousseau, y el Arte Militar de Monte Cuculí, se entreguen a la Universidad de Caracas.
8º Es mi voluntad que de mis bienes se le den a mi fiel Mayordomo José Palacios, la cantidad de ocho mil pesos en remuneración de sus constantes servicios.
11º Mando a mis Albaceas que la espada que me regaló el Gran Mariscal de Ayacucho, sea devuelta a su viuda para que la conserve como una prueba del amor que siempre he profesado, al expresado Gran Mariscal.
14º Y cumplido y pagado este mi testamento, en el contenido instituyo y nombro por mis únicos, y universales herederos, en el remanente de todos mis bienes, deudas, derechos y acciones, futuras succesiones (*) en que haya succedido y succeder pudiere, a mis hermanas María Antonia y Juana Bolívar, y a los hijos de mi finado hermano Juan Vicente Bolívar, a saber: Juan, Felicia, y Fernando Bolívar, con prevención de que mis bienes deberán dividirse en tres partes, las dos para mis dichas dos hermanas y la otra parte para los referidos hijos de mi indicado hermano Juan Vicente, para que lo haga y disfruten con la bendición de Dios.
En cuyo testimonio así lo otorgo en esta hacienda San Pedro Alejandrino a diez de diciembre de mil ochocientos treinta… quien yo el infrascrito Escribano Público de Número, así lo dijo, otorgó y firmó, por ante mí, y en este mi registro de contratos públicos, siendo testigos: los SS. General Mariano Montilla, General José Ma. Carreño, Coronel Beldford Hinton Wilson, Coronel José de La Cruz Paredes, Coronel Joaquín de Mier, y doctor Manuel Pérez, presentes.
Simón Bolívar.
Ante mí: José Catalino Noguero. Excmo. Público.
Sociedad Bolivariana de Bolivia, Fundada en l926.
(*) succesiones, del original.
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