Desde la creación de la Confederación Perú-Boliviana, la codicia de la oligarquía chilena contra Bolivia ha sido interminable. Lo que proviene de la avidez es el atropello a la honestidad, a la legitimidad, como sucedió y sucede con la fabulosa mina Chuquicamata, de tajo abierto. Son riquezas que fueron arrebatadas por dicha oligarquía, muy diferente es el pensamiento del pueblo chileno proletario e ilustrado, que hace uso y razón de conciencia.
Otro recurso de la avaricia es la intimidación, de triste recuerdo con el Tratado de “paz y amistad” de 1904, que se obligó a firmar a Bolivia, con el apronte y posición del ejército chileno en Puno, sobre el lago Titicaca, amenazando con invadir La Paz. Ahora las ruinas de guerra continúan instaladas rodeando nuestra frontera.
Aunque lo nieguen, el caso es similar al de las recientes maniobras chilenas realizadas en Atacama, seguramente para que Bolivia desista de seguir luchando por la reivindicación marítima.
Con clarividencia, en un afiche de Lusbel (EL DIARIO, 12/11/2015) vimos en un cuadro los tanques y aviones de Chile, y en otro el convite de carnaval en Bolivia. Ese dibujo de dos imágenes nos conduce a una reflexión profunda, al recordar lo que sucedió en 1879, cuando perdimos nuestro Litoral.
Mientras tanto es necesario buscar una salida segura y eficiente al Pacífico, así lo exige la supervivencia de la Nación, para alejarla de sometimiento, chantajes e intimidación.
En ese sentido, no olvidemos que existió el Ferrocarril eléctrico Guaqui - La Paz – El Alto, y locomotoras a vapor para la ruta El Alto – Viacha – Tiwanaku – Guaqui, con conexión lacustre a Puno, luego a los puertos de Matarani – Mollendo. Era un servicio eficiente, puntual y seguro para la carga de exportación e importación a ultramar. Inclusive la ferrovía nos conectaba con Puno y Cusco, atractivo turístico. Sus letreros decían: “La ruta más corta al Pacífico.
Este servicio internacional fue vital y estratégico durante la Guerra del Chaco, cuando Chile había cerrado los puertos de Arica y Antofagasta. Después el F.C. Guaqui – La Paz fue desmantelado y ocupado, desapareciendo las locomotoras, el material rodante y materiales de las maestranzas de Pura – Pura – Viacha y Guaqui. Fue otra gran pérdida para La Paz y Bolivia.
Seguramente presiones digitadas por Chile determinaron que paulatina y metódicamente el transporte de carga fuera desviado a ferrocarriles chilenos. Luego para asegurar la dependencia de Bolivia, se construyó la carretera Patacamaya - Tambo Quemado - Arica. Siempre prevalecen las estratagemas del mal vecino, y el lucro personal y comercial consentido.
Por otra parte, ofrecen opciones para salir al Pacífico, que serían más convenientes para el usurpador y consolidarían por más tiempo la detentación. Por esa razón es necesario para la Nación terminar de construir la carretera La Paz - Viacha - Tacna en el plazo más breve posible, cuando existen los grandiosos recursos económicos por la venta de gas a la Argentina y Brasil.
También se necesita el control absoluto de nuestro transporte pesado en los puertos estratégicos de Arica, Iquique y Antofagasta. Nunca hubo “libre tránsito”, peor es la oposición a la “privatización del puerto de Arica”, otro sometimiento (ED, 15/4/2009).
Ahora el transporte pesado reporta más de $us 36 millones de pérdidas por detenciones intermitentes, durante el año, de más de 2.000 camiones en la frontera, por problemas internos del Estado chileno, que afectan la economía del pueblo boliviano. Esto también es responsabilidad del Gobierno, que tiene que exigir resarcimientos y de una vez una salida libre y soberana al mar. El voraz e injusto Tratado de 1904 ha sido infringido y violado.
Otros desmanes, como el apoderamiento de las aguas del río Lauca, dejando sin provisión a los agricultores de Potosí, y el aprovechamiento arbitrario de las aguas dulces de los manantiales del Silala, quedan como otro baldón del cargo de conciencia de Chile.
Entre otras desventuras están la sequía y la hambruna que amenazan a muchas regiones de nuestro país. En diciembre de 2012 pedimos para Guaqui al Estado la construcción de una represa sobre el río “Wakijahuira”, que atraviesa por el centro de dos pequeñas serranías, siendo apropiada para acumular aguas que necesitan los sembradíos de papa, haba y quinua, más forraje, cebada para el ganado que produce leche y derivados. Para esa construcción solo se necesita voluntad y patriotismo. Sería una obra de loable repercusión y ejemplo para otros ámbitos de la nacionalidad, especialmente para los pueblos deprimidos. Obras para desarrollo genuino requerimos, antes que plantas atómicas, que chocan con la actual realidad del mundo. Así puede surgir el verdadero agradecimiento del pueblo, que sería salvado de sequía, desocupación y pobreza. Nuestros jóvenes no seguirían emigrando a países extranjeros.
Tampoco podemos olvidar la casi extinción del siempre recordado gran Lago Poopó.
Por otra parte, se debe evitar más despilfarros, como en los casos de las barcazas chinas, el Fondo Indígena y tantos otros, que dañan moral y materialmente a todo el país.
Finalmente, pedimos a Dios que los niños bolivianos y chilenos canten con amor y alegría. Que el Niño Jesús nos acompañe en los días de Navidad en nuestros hogares.
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