Al margen de las despedidas organizadas en su honor, la diplomática panameña Mirlo Guerra también ofreció un cóctel para despedirse de sus amistades en la sede de la Embajada, al término de su misión en Bolivia.
Acompañada por su esposo, Adrián Ávila, y su hija Anaís, la Segunda Secretaria de la misión panameña aprovechó el momento para agradecer a sus amigos y colegas por todo el cariño prodigado en los casi siete años de trabajo en La Paz.
Dijo que esta ciudad es considerada como su segunda casa, y que dejaba parte de su corazón.
Durante la velada, Mirlo Guerra fue sorprendida por el Grupo de América Latina y el Caribe ante las Naciones Unidas (Grulac) con un reconocimiento, por su destacada participación en todas las actividades de la organización.
La plaqueta fue entregada por el embajador de la República Oriental del Uruguay, Carlos Flanagan.
Durante la velada, la anfitriona recibió diversas muestras de afecto y los mejores deseos de éxito en sus nuevas funciones en la Cancillería panameña.
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