La amenaza terrorista ha hecho tomar una medida insólita a las autoridades rusas, informa Rafael M. Mañueco. Por primera vez en décadas, la Plaza Roja de Moscú tendrá el acceso restringido en la noche de fin de año. La mundialmente conocida explanada rusa, situada en pleno centro de la capital y junto a la muralla oriental del Kremlin, es el lugar a donde los moscovitas acuden habitualmente para escuchar las doce campanadas y recibir el año nuevo. Es como la Puerta del Sol de Madrid o Times Square en Nueva York.
La explicación oficial que se ha dado para justificar semejante disposición no ha sido la posibilidad de que se produzca un atentado terrorista, sino el rodaje del programa televisivo de amenidades que se emitirá en la noche de fin de año. Sin embargo, muchos medios de comunicación rusos estiman que el motivo real para limitar la entrada a la Plaza Roja solamente a las personas con invitación es el miedo a que el Daesh (Estado Islámico) cumpla su amenaza de cometer un ataque de gran magnitud.
Tras el comienzo de los bombardeos aéreos en Siria, el pasado 30 de septiembre, en apoyo del régimen de Bashar al Assad, Rusia ha recibido amenazas del Califato y de otras organizaciones terroristas. El derribo del Airbus 321 ruso en Egipto con 224 ocupantes a bordo, el pasado 31 de octubre, fue reivindicado por la filial egipcia del Daesh, Wilayat Sina (Península del Sinaí).
El prestigioso diario ruso Kommersant vincula el cierre de la Plaza Roja directamente con la posibilidad de que se produzca un atentado. Al parecer, una agencia de seguridad alertó la semana pasada del peligro de que el Estado Islámico, sobre cuyos combatientes cae una parte importante de las bombas que la aviación rusa lanza sobre Siria, se cobre venganza con una acción al estilo de la realizada en París en un lugar público bien concurrido.