Abandona su pacifismo
Tokio.- Japón ha vivido en 2015 la reactivación de sus centrales nucleares y la reforma de su ejército, dos polémicas medidas que han suscitado un intenso debate además de protestas en las calles a un nivel que no se vivía desde hace décadas.
El Gobierno del primer ministro conservador, Shinzo Abe, reelegido con una aplastante mayoría a finales de 2014, comenzó su legislatura fortalecido por las urnas y dispuesto a poner en marcha sus dos propuestas más impopulares.
MISIONES EXTERNAS
Tanto la reforma militar, que supone que Japón puede participar en acciones armadas en el exterior, como la reactivación de centrales atómicas tras el apagón nuclear postFukushima, son cuestiones que dividen profundamente a la sociedad nipona.
Abe ha salido victorioso pero ha tenido que hacer frente a obstáculos importantes, tanto a nivel político como social, para sacar adelante estas dos importantes reformas y su hasta ahora envidiable popularidad ha quedado en cierto modo mermada.
A las protestas antinucleares, que no han cesado desde el accidente de Fukushima en marzo de 2011, se sumaron con mucha más fuerza las de los pacifistas, que se posicionaron en contra del conflictivo fortalecimiento del ejército.
Tras meses de preparativos, Japón activó el 11 de agosto la central de Sendai (sur), la primera en operar con los nuevos estándares de seguridad impuestos a raíz de la crisis nuclear de Fukushima.
REACTIVACIÓN DE PLANTAS
Esta significativa reactivación marcó la vuelta de Japón a la producción atómica, tras el apagón desencadenado por la crisis nuclear de 2011, la peor desde Chernobil (Ucrania) en 1986, que puso en jaque al país y desató el miedo a este tipo de energía.
Las emisiones y vertidos radiactivos aún mantienen desplazadas a unas 110.000 personas que vivían en torno a la central y han afectado gravemente a la agricultura, la ganadería y la pesca local.
A raíz de este accidente, provocado por un terremoto y posterior tsunami, los 43 reactores en condiciones operativas de Japón fueron desactivados.
El Gobierno nipón ha apostado cuatro años después por la reactivación de las plantas ante el incremento de costes para producir electricidad mediante fuentes fósiles (las cuales Japón debe importar en su práctica totalidad).
Aunque de momento solo se ha reactivado los dos reactores de Sendai, poco a poco se irá aprobando la puesta en marcha del resto que consigan cumplir con los nuevos y más estrictos estándares de seguridad.
POLÉMICA REFORMA
El 18 de septiembre, Japón también vivió un día histórico al aprobar la más polémica e importante reforma militar desde la II Guerra Mundial, una medida que da más peso a su Ejército en el escenario internacional y que muchos consideran que ha acabado con el pacifismo constitucional nipón.
El Ejército japonés, denominado Fuerzas de Auto Defensa, podrá a partir de ahora, por ejemplo, defender a aliados y prestarles apoyo logístico si son atacados y participar en operaciones de seguridad de la ONU o aquellas que busquen liberar ciudadanos japoneses secuestrados en el extranjero.
La Carta Magna nipona redactada al dictado de EEUU durante la ocupación posterior a la II Guerra Mundial establece en su artículo 9 que Japón solo puede usar la fuerza para defenderse, lo que hasta ahora impedía el envío de tropas a combatir fuera de su territorio.
La votación de la medida, a la que se oponía la mayoría de los japoneses, se extendió hasta pasada la medianoche y llegó tras días de trifulcas y peleas entre parlamentarios, una imagen nada común en el país asiático.
La misma tensión se vivió en las calles de Japón durante la tramitación y el país fue testigo durante meses de manifestaciones multitudinarias.
Unas propuestas lideradas principalmente por grupos de estudiantes que supieron recoger y despertar, a través sobre todo de las redes sociales, el inconformismo de un país que no vivía demostraciones tan masivas desde los agitados años 60. (EFE)
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