Pekín.- El “sueño chino”, el concepto lanzado por el presidente Xi Jinping para resaltar la buena marcha del país, ha tenido periodos de intranquilidad durante el año en el que la gran celebración del setenta aniversario de la victoria en la guerra contra Japón no ha logrado esconder bastantes sobresaltos.
La continuada ralentización de la economía, la creciente tensión por las islas artificiales de Pekín en el mar de China Meridional o los problemas industriales mostrados por las explosiones de Tianjin han mostrado que el gigante asiático afronta retos muy serios a pesar del triunfalismo de la propaganda oficial.
El asesinato de ciudadanos chinos por terroristas islámicos o la grave cuestión demográfica son otros asuntos que han inquietado al gobierno comunista de Pekín en 2015.
En el lado económico, la ralentización del crecimiento ha continuado de forma inexorable, de forma que en el tercer trimestre del año el PIB creció al ritmo de un 6,9% anualizado, lo que supone la cifra más baja en seis años.
A pesar de las promesas del Gobierno de avanzar en la liberalización económica y de que los servicios y el consumo interno asumirán el peso que tenían la inversión y la industria, este proceso está lejos de completarse.
Además, los analistas apuntan a que cada unidad de inversión genera un menor aumento del PIB que en la época del desarrollo chino, por lo que Pekín ya no puede volver únicamente al tradicional recurso de invertir en infraestructuras.
Los sucesivos recortes de tipos de interés (seis desde noviembre de 2014) y de coeficientes de caja en los bancos aprobados por el banco central no han logrado frenar la desaceleración.
En el frente internacional, China ha sido golpeada en las últimas semanas por el terrorismo yihadista, con el asesinato de un rehén chino a manos del grupo Estado Islámico (EI) y la muerte de tres ejecutivos en el asalto a un hotel de Mali.
El presidente Xi prometió en la Asamblea General de la ONU una mayor presencia internacional de China de acuerdo a su rol de potencia, y que Pekín prepara tener mayor peso en África, después de reconocer que negocia instalar un centro logístico militar en Yibuti y prometer más cooperación antiterrorista en ese continente.
Hasta ahora, China se había mantenido al margen de la guerra contra el terrorismo internacional, salvo por los episodios de violencia periódicos con los militantes musulmanes de etnia iugur en la provincia de Xinjiang.
El año también ha visto un repunte de la tensión por las disputadas islas Spratly, en el mar de China Meridional, después de que fotografías de satélite mostraran que Pekín ha construido auténticas islas artificiales, incluso con pistas de aterrizaje, en algunos islotes y arrecifes que controla.
Filipinas llevó el asunto a la Corte Permanente de Arbitraje de la Haya, algo que China rechaza frontalmente, mientras que EEUU ha empezado a realizar patrullas con aviones y barcos militares en zonas que Pekín considera propias y Washington internacionales. (EFE)
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