La indignación aumentó ayer en Irán por la ejecución, por parte de Arabia Saudí, de un clérigo chií crítico con las autoridades de Riad . El ayatolá Ali Jamenei, líder supremo iraní, se expresó con una retórica incendiaria.
“La venganza divina caerá sobre los políticos saudíes”, dijo. Horas después, y tras una nueva jornada de protestas y condenas por la ejecución de Nimr al Nimr, el ministro de Asuntos Exteriores saudí, Adel al Jubeir, anunció la ruptura de relaciones diplomáticas con la República Islámica de Irán y dio 48 horas a los diplomáticos iraníes para abandonar el reino.
En una rueda de prensa, Al Jubeir afirmó que Riad no permitirá que Teherán socave la seguridad del reino saudí y subrayó que el país vecino es “una amenaza regional”.
El Departamento de Estado norteamericano exhortó a los dirigentes de Oriente Próximo “a tomar medidas para rebajar la tensión”. Sin embargo, fuentes del Gobierno saudí señalaron que “no les preocupa si la ruptura enfada a la Casa Blanca”. “Ya basta. Una y otra vez Teherán desprecia a Occidente. Siguen patrocinando el terrorismo y lanzando misiles balísticos y nadie hace nada al respecto”, argumentaron dichas fuentes.