Un hecho inspirador del nuevo año

Nos referiremos a las manos y nuestra relación con Dios. Es evidente que las manos y sus dedos expresan la suma de diez y ninguno es igual al otro; permiten la trasformación más sutil del espíritu del hombre, sus potencialidades mecánicas, sensitivas, su fuerza e inverosímil plasticidad. Sus cualidades creativas permiten llevar al lienzo, al oído y el pensamiento los gestos, el color y sus luces, así como las expresiones humanas más sensibles, delicadas e impresionantes; en obras como las de Rafael, Leonardo da Vinci, Mozart, Haydn, Gauguin, Degas, Renoir.

Las manos han entregado al mundo esculturas como la Venus del Nilo de Fidias, el “pensador” de Rodin, “la Piedad”, monumento a la expresión de Jesús muerto en brazos de María; de Miguel Ángel, o la Mona Lisa y su gesto facial de sonrisa misteriosa, o la cabeza de Perseo de Benvenuto Cellini, orfebre de reyes y patriarcas, cuyas miniaturas son maravillas de la cultura occidental del Siglo XVI. Pero, ¡hay más!, en la Capilla Sixtina del Vaticano los dedos de la mano derecha del Creador se acercan para tocar los dedos de la mano izquierda de su creación suprema, ¡el hombre!

Es una alegoría fenomenal de color, plasticidad y belleza que solo Miguel Ángel fue capaz de legarnos, como un símbolo de nuestro divino linaje, y el sello de una fraternidad entre Dios y la humanidad.

Al despuntar el año 2016, ¡sorpresa!, un niño herido por una grave enfermedad sufrió la amputación de sus dos manos. Este pequeño paciente sacudió el interés científico de la cirugía de su país, EEUU. Cuando los médicos preguntaron al niño para qué deseaba tener ambas manos, mientras preparaban el trasplante de las mismas, respondió: “para poder balancearme en una barra como otros niños”. La operación fue preparada en Atlanta, con 40 profesionales, todos relacionados con la intervención que se iba a realizar por vez primera en el mundo, iluminando el santuario de los milagros del hombre, el pabellón donde desde el aire, las luces y los instrumentos, los médicos con sus bozales en severo silencio parecían querer jugar a ser dioses ante el desafío.

La operación duró muchas horas, como si fueran etapas de las edades superadas en la ciencia de 20 siglos atrás. Fueron las manos poseídas de movimientos mágicos, de sus finos dedos articulados, que agitaron el espíritu y la esperanza de un progreso de la ciencia que ubica al hombre en la cima del desarrollo de su generación. Esta noticia que inicia el nuevo año abre para la humanidad un destino superior y arrollador, guardando las distancias, parecido al mito del don del “rey Midas”, que todo lo que tocara se transformaría en oro, el oro de la salud y recuperación de nuestros órganos vitales. Es el inicio de la ilusión, opuesta dialécticamente con los instrumentos y actos reñidos con la civilización y dignidad del hombre, como terrorismo, maldad, brutalidad y cobardía.

¡2016!, que sea el inicio de una nueva era de paz, libertad y progreso.