Deseos para 2016

Como lo hice en años anteriores al finalizar el ciclo anual, en esta oportunidad al iniciar un nuevo año, me gusta reflexionar sobre lo que desearía para nuestro querido país, con el ánimo de que éste siga avanzando en los diferentes ámbitos de la economía y los aspectos sociales. A continuación mis deseos en algunos ámbitos específicos.

Política: Mi deseo es que sigamos avanzando en construir una verdadera democracia, lo cual supone alternabilidad en la conducción de la política nacional, para evitar los riesgos del sentimiento de tomar la gestión pública como si fuera propiedad de unos cuantos individuos.

Para avanzar en ese propósito, mi deseo es que la consulta de febrero sea un verdadero acto de conciencia pública que nos señale el derrotero a seguir, ya que ello tiene implicaciones para el futuro inmediato.

Economía: El deseo principal en este aspecto es que los conductores de la política pública reconozcan la crisis internacional, con la contracción del comercio internacional, que en el caso nuestro ha significado una caída del 34% en el valor de nuestras exportaciones y el incremento de importaciones, particularmente alimentos debido a las devaluaciones efectuadas por los países vecinos, y el aferrarnos a la política de cambio fijo que coloca en desventaja nuestras exportaciones y estimula las importaciones, dañando el aparato productivo nacional. Esto es particularmente evidente en el sector agropecuario.

Este aspecto ha sido reclamado en numerosas oportunidades por los diferentes sectores productivos. Los pocos proyectos empresariales en minería, estarían a punto de quebrar y el sector cooperativo minero ha cerrado numerosas operaciones.

Medio Ambiente: La pérdida del lago Poopó, con todas las implicaciones económicas y sociales, es una muestra clara de que hay mucho discurso sobre la defensa de la “pachamama” y supuestamente somos un país innovador, cuyos pobladores originarios y campesinos son grandes defensores de la misma. Pero los hechos están demostrando lo contrario.

Otros ejemplos: Hace unos meses hubo una conmoción social al conocerse la ruptura de un dique de colas en Potosí, por lo cual se habría vertido sustancias tóxicas hacia el río Pilcomayo. Esto condujo a un reclamo internacional de parte de Paraguay y Argentina, lo cual fue desmentido por nuestras autoridades. El “irrespeto” hacia un icono nacional, el Cerro Rico de Potosí, sobre el cual se menciona que se estaría tomando medidas protectoras para preservar su forma y evitar su hundimiento. Yo escribí hace un tiempo “Crónica de una tragedia anunciada”, en el cual señalaba que cualquier momento eso se desmoronaría sobre centenares de trabajadores que se siguen negando a trasladarse a otros lugares de explotación. Pero todos ellos deben empezar sus jornadas de trabajo con el consabido acullico y derrame de alcohol, como respeto a la Madre Tierra, puro simbolismo formal.

Otro tema que no entiendo es la continuada deforestación de alrededor de 300.000 Has/año en los últimos cinco años, para que los adoradores de la Madre Tierra de la parte andina puedan migrar hacia la región oriental. Pero esa migración obedece a que la base productiva de la región altiplánica y de los valles mesotérmicos está siendo desertificada de manera creciente, por desconocimiento de técnicas que permitan un adecuado manejo del recurso suelo por los que supuestamente respetan a la Madre Tierra.

Espero que los compromisos asumidos en la COP 21, recientemente efectuada en París, donde el nuestro hizo la consabida defensa de la Madre Tierra, se cumplan a plenitud en Bolivia.

Por último, olvidemos el proyecto de energía nuclear, para ser proveedores de energía en el continente y hagamos un plan de inversiones ambicioso para poder avanzar en los proyectos de propósito múltiple con los abundantes recursos hídricos de que disponemos.

Feliz año, a todos mis lectores.