Clepsidra
Con mayor espectacularidad que una cinta cinematográfica hollywoodense, la noche de paso al año nuevo, los argentinos nos hicieron observar a través de sus canales de TV, en vivo y en directo, la fuga y posterior persecución de tres avezados asesinos que guardaban detención en una de las cárceles de seguridad más modernas de Latinoamérica, acusados de ser los autores materiales de los asesinatos de tres empresarios vinculados al negocio de la efedrina, un alcaloide medicinal que, al igual que la cocaína, es extraído de algunas especies de plantas y mal utilizado en la elaboración de anfetaminas destinadas al narcotráfico.
Visto desde una óptica plástica únicamente, es posible que este argumento no revista mayor trascendencia, pues el guión resulta trillado y propio de este tipo de filmes policíacos, empero, en este singular evento han intervenido motivos de orden político que lo convierten en una trama surrealista, desentrañable y muy difícil de entender, salvo que nos remontemos al pasado mes de agosto, cuando uno de los reos y ex policía, Martin Lanatta, fue entrevistado por el afamado periodista Jorge Lanata, con quien al parecer no guarda ningún parentesco.
En dicha entrevista el primero formuló una grave denuncia en contra del entonces Jefe de Gabinete de la Presidencia Argentina y candidato sin suerte a gobernador bonaerense, Aníbal Fernández, sindicándolo de estar implicado en la importación de un cargamento de toneladas de efedrina y de ser el autor intelectual del crimen de los empresarios.
Dicha fuga, si así puede calificarse la serena salida de los tres reos por la puerta principal del penal, como si de funcionarios del régimen penitenciario se tratara, demuestra la transversalización de ese supra poder, desde el Río Grande hasta la Patagonia, donde cuenta con la obvia complicidad de las autoridades del anterior gobierno y de aquellas que tienen a su cargo el reclusorio, con instancias criminales enquistadas en ellas. Una muestra de su poder y eficiencia nos fue expuesta hace muy poco tiempo en México, con la sofisticada fuga del Chapo Guzmán, pero, esta vez, con una tecnología más simple y menos onerosa.
En nuestro modesto entender, creemos que en la agenda política de los narcos se vislumbraba un golpe de estado tempranero contra la bisoña gobernadora provincial María Eugenia Vidal, endosándole la fuga de los tres bribones, como si del pago de una factura se tratara, por la denuncia pública de Lanatta, que truncó las aspiraciones del candidato a gobernador sin suerte.
Ante la impericia de no descabezar de inmediato a la cúpula de los organismos de seguridad e inteligencia, aún manejada por el gobierno anterior, en especial aquellas instituciones que tienen a su cargo la protección del flamante gobierno, sería necesario recordar la sabia cita de Nicolás Maquiavelo, en el capítulo III de El Príncipe, “…a los hombres hay que conquistarlos o eliminarlos, porque si se vengan de las ofensas leves, de las graves no pueden; así que la ofensa que se haga al hombre debe ser tal, que le resulte imposible vengarse”. De esta manera Mauricio Macri podrá cumplir a cabalidad con la Argentina, lejos de Cristina y sin las amenazas de la Efedrina.
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