Samuel Castellón Arce
No es el anuncio de un pugilato ni de un partido de fútbol, es el título de un artículo publicado por José Félix Gutiérrez en Archivo Opinión, de agosto de 2010, que en medio parágrafo comenta: “… se puede decir que el vivir bien tiene que ver con priorizar la satisfacción de las necesidades básicas y elementales del ser humano, como ser la salud, la educación, la vivienda, un trabajo digno, el apoyo y respeto a la cultura de los pueblos, la solidaridad entre los seres humanos y entre las diferentes comunidades y regiones, el respeto y cuidado de la naturaleza, manejando adecuadamente los recursos naturales, el fortalecimiento de las capacidades humanas, el ser más antes del tener más”.
En mi concepto, el “Vivir bien” es una forma, es decir, desarrollar nuestras actividades cotidianas en la medida de alcanzar la satisfacción de nuestras necesidades, según costumbres a las que, por fuerza, nos adaptamos, sin tomar en cuenta si lo que poseemos se vea por encima o por debajo de lo que pueden ostentar otros. Al fin de cuentas lo que se evalúa son aspectos como alimentación, vestido, educación, grupo social que, sin duda, pueden mostrar diferencias de principios ético-morales de la sociedad, que en el grupo familiar constituye nuestro entorno. Ahora que ese entorno registra diferentes cuadros, es otra cosa.
Según el Art. 8-I (….), suma qamaña (vivir bien) y 8-II de la CPE: “El estado se sustenta en los valores de unidad, igualdad, inclusión, dignidad, libertad, solidaridad, reciprocidad, respeto, complementariedad, armonía, transparencia, equilibrio, igualdad de oportunidades, equidad social y de género en la participación, bienestar común, responsabilidad, justicia social, distribución y redistribución de los productos y bienes sociales, para vivir bien”.
Mucha gente se conforma con vivir en paz y armonía. Si uno está bien consigo mismo y con su entorno, vive bien, que no significa tener abundancia material.
Sin embargo, se debe observar que gran parte de la población está enmarcada en la línea de pobreza y, además, de extrema pobreza, pero se mueve y activa en adecuación a su entorno y se espera que hasta el 2020, su nivel de vida alcance las posiciones del vivir bien, como enfoca el Plan de Desarrollo Económico y Social. Éste muestra en el 17.3% la extrema pobreza, y la pobreza ¿moderada? en el 39.3%. La extrema piensa reducirla al 9.5%, la moderada al 24%.
Sobre este cuadro de esperanza de llegar al vivir bien en el 2020, los analistas sostienen que la pobreza lejos de disminuir, en términos relativos irá en aumento. Sobre este aspecto, hago mis deducciones: bajar del 17.3% al 9.5% representa contar con cerca de 952.000 pobres al 2020, calculado sobre cifras del censo 2012 de 10.027.254 habitantes. Desde 2012 a la fecha han transcurrido 3 años y hasta 2020 van a ser 8 años. Esto deja ver que de 2012 hasta 2015 la población ya aumentó en el algún porcentaje y, hasta el 2020, se supone que el Estado Plurinacional de Bolivia contará muy por encima de los 10.027.254.
Por lo tanto, como efecto del crecimiento de la población entre 2012 y 2020, el total mayor de habitantes a ese año será la base de cálculo para conocer el porcentaje de personas que todavía continuarán en extrema pobreza. Por eso, para mucha gente el “vivir bien” está lejos. Me abstengo de opinar sobre la condición de “Pobreza moderada”, porque no capto su significado.
El “vivir bien” para cierto nivel de personas parece ya no satisfacer su estilo, entonces tratan de buscar y encuentran la oportunidad de encaminarse a la condición de “VIVIR MEJOR”. La opinión que se tiene sobre esta nueva condición, superior a la de vivir bien, es que todo está orientado hacia la ostentación, el lujo, el consumir más sin importar el perjuicio que se haga a otros seres humanos o a la misma naturaleza. Si el estatus del vivir mejor es atribuido a lo heredado o al fruto del esfuerzo de un trabajo digno, productivo y creador de su propia riqueza, se justifica. Pero es de advertir que si el posicionamiento no se respalda con recursos de sana procedencia, debe ser condenado. El “vivir mejor” no puede ser confirmado por la utilización de recursos sospechosamente obtenidos y peor si en los hechos, son ilícitamente acumulados o quizá, lo que supondría, indebidamente apropiados.
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